Cultura

Sánchez-Garnica indaga en la inocencia rota por la Guerra Civil

  • La escritora residente en Marbella acaba de publicar 'Las tres heridas' (Planeta)

Novelas sobre la Guerra Civil hay muchas, pero tal vez aún no suficientes. O no las que debería haber, al menos, que presten atención a quienes no tenían particular interés por ningún bando en concreto y preferían mantenerse ajenos a compromisos políticos. Cierta exégesis histórica ha consagrado éstos como inevitables en el marco de los sucesos de 1936, pero lo cierto es que más que las adscripciones eran los deseos de que todo terminara cuanto antes y poder vivir en paz. Estas voces, quizá por menos heroicas, han recibido bastante menos atención de escritores e historiadores. Pero a ellas dedica la escritora Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) su última novela, Las tres heridas, que acaba de publicar Planeta y que la autora, que reside en Marbella desde hace seis años, presentó ayer en Málaga a los medios de comunicación.

Sánchez-Garnica gozó de un enorme éxito hace algo más de un año con su anterior novela, El alma de las piedras, de la que se publicaron en poco tiempo cinco ediciones. Las tres heridas narra la historia de un escritor que decide escribir una novela sobre la Guerra Civil y que descubre unas fotos de dos jóvenes amantes, Mercedes y Andrés, tomadas durante la contienda. La misteriosa pareja brinda así al protagonista las primeras pistas de la novela que quería escribir, así que éste decide sacar a la luz su historia en una investigación que, en buena medida, recrea la que desarrolló Sánchez-Garnica para dar forma a Las tres heridas: "Cuando llevaba escritas unas cien páginas me di cuenta de que toda aquella búsqueda debía formar parte de la novela, así que inventé el personaje de Ernesto Santamaría, que es el escritor que rescata la historia de Mercedes y Andrés. Quise, eso sí, que fuese un escritor, y no una escritora, para evitar una identificación excesiva que podía haber perjudicado a la novela".

La autora basó sus investigaciones en lecturas de obras dedicadas a la Guerra Civil firmadas por Arturo Barea, Ramón J. Sénder, Manuel Sánchez Nogales y otros maestros. Posteriormente indagó en los archivos y el cementerio de Móstoles, municipio al que Sánchez-Garnica se siente especialmente ligada por motivos familiares: "En 1936, Móstoles era un pueblo agrícola de 2.000 habitantes que vivía completamente retirado de Madrid a pesar de que sólo le separan 17 kilómetros. Los archivos municipales se perdieron con la guerra, así que los documentos más antiguos son de 1937, pero aun así encontré testimonios muy interesantes. También en el cementerio di con historias asombrosas pero a menudo lamentablemente olvidadas".

Y es la reivindicación de la memoria contra el olvido una de las claves esenciales de Las tres heridas: "El derecho de los familiares a enterrar a sus familiares es sagrado. Me sorprende que pueda cuestionarse algo al respecto, y que a la vez se pretenda marear la perdiz creando una polémica innecesaria con el Valle de los Caídos. El problema es que en España la izquierda sigue siendo revanchista y la derecha, como dice Antonio Muñoz Molina, está mal ventilada". La escritora posa su mirada en los inocentes, quienes se creían ajenos al conflicto "y terminaron inevitablemente barridos por el tsunami". Miguel Hernández, claro, representa todo lo perdido. No es poco.

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