Cultura

Vetusta Morla cierra en La Riviera un capítulo más de su leyenda

  • Sus cinco conciertos en la sala madrileña se cerraron ayer con la malagueña Annie B. Sweet

El sexteto madrileño Vetusta Morla cerró anoche la serie de cinco conciertos que la banda ha ofrecido en los últimos días en La Riviera de Madrid con gran éxito de crítica y público y, con ella, uno de los capítulos más importantes de su incipiente leyenda. Pocos son los grupos, mucho menos nacionales, que pueden presumir de haber completado durante tantos días el aforo de más de 2.000 personas de esta sala, el mismo escenario que hace poco más de una semana atestara una muchedumbre de nostálgicos para disfrutar de The Smashing Pumpkins. Habida cuenta de lo visto el viernes Vetusta Morla parece haberse convertido en una de las principales portavoces musicales de la juventud del nuevo siglo, en uno de los grupos que, dentro de veinte años podría ser recordado como una de las marcas distintivas de este tiempo que vivimos.

Tras su paso por el Día de la Música Heineken el pasado verano, esta nueva parada y fonda de los madrileños en su ciudad ha adquirido los tintes de cita histórica, ya sea por su formato (una minirresidencia que les permite introducir sorpresas como la colaboración de la malagueña Annie B. Sweet) o por el entusiasmo del público veinteañero, que corea rendido casi todas sus canciones.

Sorprende la consistencia de su repertorio, sobre todo para una banda joven que, amén de alguna demo y un EP, sólo dispone en el mercado de dos álbumes. Junto a su empatía con el público, está el difícil equilibrio entre la osadía en la composición, el riesgo, y la dosis justa de melodía y épica. Aunque dan la impresión de triunfar a su pesar, quizás llegue el día en que su poder de convocatoria o su agenda no les permita más que tocar en grandes estadios y pabellones. Será entonces, cuando alguien recordará con cierto poso de orgullo que vio a Vetusta Morla en una de aquellas cinco grandes noches en La Riviera.

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