El universo de Idígoras cabe en un post-it con las caras de Victoria Spivey, Sonny Boy Williamson o Dave Van Ronk: artistas de blues y de folk ambulantes que siembran la -fabulosa- historia de la música popular en Estados Unidos. Detalles como estos hacen que visitar Blueslerías, la exposición que hasta el 15 de septiembre puede verse en el Museo Interactivo de la Música de Málaga (MIMMA), sea una experiencia didáctica y estimulante. Para el melómano irredento y fan de la mágica concepción que de la caricatura posee un dibujante que encara, cada día, ese difícil funambulismo de hacer pensar y reír al mismo tiempo. Y para quien desee contemplar una muestra de arte gráfico que es hiperbólico, satírico y tierno a partes iguales. Ángel Idígoras junta aquí dos pasiones: la creación plástica y la musical. Con una intervención ex profeso para el MIMMA que, a ritmo de ragtime, se disfruta como el genio de los dos retratos que dan la bienvenida: Paco de Lucía y Robert Johnson. Alternando técnicas distintas, utilizando relieves insospechados: esas lentejitas que, cual truco de prestidigitador, le sirven para dar todavía más empaque al potente perfil de Carrete (2015). O poniendo cara y cuerpo a figuras del arte jondo divinas en su locura, como Macandé; estilizando el mito de Carmen Amaya, o a La Argentina (2005), en un trazo esquemático que interpela nuestra mirada para cerrar el rostro. Inventándose un escenario a modo de collage en honor a Camarón, para mayor gloria de su inquebrantable mito. ¿Han posado alguna vez La Paquera de Jerez y Lady Day juntas? En la imaginación de Ángel, casi. Sus trazos y pinceladas hacen, sin proponérselo, una historiografía visual de antiguos flamencos como Enrique El Mellizo o Manuel Torre (2005), idolatrado por el mismísimo Lorca. Son obras que cantan: fue Fosforito quien le dijo que andaba entonando una soleá en su retrato, por la mera colocación de sus manos. Hay duende, ergo hay magia.