Cultura

Cuando la espiritualidad es una fiesta

Teatro Cervantes. Fecha: 19 de diciembre de 2011. Directora: Ira L. Everett Jr. Músicos invitados: Mark Bunney (saxo) y Alycia Levels (cantante solista). Aforo: Más de media entrada.

Decía Ira L. Everett Jr que el gospel no se puede entender "sin el dolor del blues y de los espirituales". Hasta ahí todos de acuerdo. Pero habría que añadir que, tras lo acontecido el lunes en el Cervantes, tampoco se podría entender sin la celebración de la vida que Alabama Gospel Choir propone. Sus 30 músicos se empeñaron en recordar que el nacimiento de Jesús es motivo de fiesta y, al margen de su credo, es de justicia decir que lo lograron.

A pesar de los problemas con el sonido en la primera parte del espectáculo -algunos de los cantantes no podían proyectar su voz más allá del escenario- el coro llevó a término su propósito: demostrar que la música es la manifestación de un estado anímico. Porque cuando se posee semejante dominio el gospel se convierte simplemente en una forma de hablar, de comunicarse con un público que a lo mejor no entiende ni su lengua ni su religión. Más allá de las cuatro paredes del templo, el proselitismo se medía aquí en la capacidad de levantarlo del asiento.

Ante la pregunta inicial ¿a cuántos de vosotros os gusta Jesús? no se oyó ninguna respuesta, pero ante la versión del I Want You Back, Oh Happy Day o del Do you remember de Earth, Wind and Fire la réplica fue unánime. Con una mayoría de guiris y una media de edad de unos 60 años en el aforo -cuando en el coro era de unos veinte- Alabama Gospel recordó por qué el blues sigue emocionando, o por qué su música es igual de válida para ateos y creyentes. Lo suyo es prodigio vocal -sea cual fuera el registro-, y en la batalla de los cuartetos demostraron que el humor no está reñido con la confesión. Si llegados a este punto, cabía alguna duda de la calidad de la propuesta, tanto Alycia Levels como Mark Bunney al saxo se encargaron de despejarla.

En la segunda parte del concierto, los ánimos se aplacaron un poco para dejar paso a los auténticos espirituales y a los juegos de voces como protagonistas. Un fin de fiesta a ritmo de rap y hasta con ecos de latin jazz acabaron de convencer al respetable. Sí, debería haber una tercera visita a Málaga de Alabama Gospel Choir.

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