Cultura

"La clase política es la más pervertida hablando, y después vienen los locutores"

  • En el próximo Festival de Cine el cineasta y académico recibirá "agradecido" el Premio Retrospectiva a toda una carrera, que tuvo un momento cumbre en el guión de 'Mi querida señorita', nominada a los Oscar

José Luis Borau (Zaragoza, 1929) es un hombre sabio. Lo acreditan sus más de 60 años tras la cámara y tras guiones como el de Mi querida señorita, nominada en los 70 a los Oscar. Suyo es el Premio Nacional de Cinematografía y suyo será el Premio Retrospectiva -patrocinado por Málaga Hoy- que le entregará el próximo Festival de Cine. Académico de la Lengua y ex presidente de la SGAE y de la Academia de Cine, desde su Fundación dedica ahora su tiempo a la escritura de relatos y a una "vieja obsesión", ayudar a jóvenes cineastas.

-¿Recibir el Premio Retrospectiva le despierta la nostalgia?

-Bueno, recibir un premio siempre es alegre y positivo, pero al mismo tiempo la nostalgia y el tiempo que se ha ido cuentan también. Que se hayan acordado de mí a estas alturas es todavía más de agradecer.

-Han pasado 10 años desde su última película, ¿siente que ya no tiene nada que decir?

-No, nada de eso. Lo que pasa es que me acostumbré a producir mis películas, y ahora ya estoy muy mayor para meterme en líos, aparte de que me caí hace cuatro años en el Reina Sofía y me rompí la cadera. Estoy hecho un asco (risas).

-¿No es por falta de ganas ni de ideas entonces?

-Qué va, al contrario. Ganas no sé, pero ideas tengo, siempre he estado dándole vueltas a la cabeza sobre las películas que podría hacer. Uno cuando pasan los años cree que sabe más. Y cuando veo las películas ajenas me dan envidia y luego pienso aquí se han equivocado.

-¿Y hacia qué lado inclina la balanza cuando ve cine español?

-Me sorprenden las directoras jóvenes, su decisión, su claridad de ideas, la valentía de meterse en jardines tan complicados. Eso también me da envidia.

-Porque era precisamente lo que usted hacía...

-Claro, pero cuando estás ya en otro tiempo, el que ves nuevo siempre te parece más complicado.

-Desde la Fundación dice apostar por dar las facilidades que usted no tuvo a los jóvenes cineastas...

-Cuando yo estudiaba en la Escuela de Cine los profesores que trabajan en la industria, daban sus clases pero nunca ayudaban a los alumnos. Los instruían pero luego no les llamaban a sus rodajes. Me lo propuse cuando me metí a productor y lo cumplí. Ahora que ya no ruedo el que puedan estudiar con becas me parece útil y conveniente.

-¿Cómo entiende que una película tan controvertida para la época como 'Mi querida señorita' estuviera nominada a los Oscar?

-Quedamos muy bien porque además si aquel año no se lo hubiera dado a Buñuel por El secreto encanto de la burguesía seguramente nos lo habrían dado a nosotros. El personaje de López Vázquez era el de una mujer que se sentía hombre y que los médicos le descubrieron que en realidad era un hombre.

-¿Cómo sortearon la censura?

-La censura no se enteró. Tenía de malo que cortaba, se oponía o prohibía pero tenía de bueno que, como eran tontos, no se enteraban. A Buñuel le obligaron a cambiar el final de Viridiana y no se dieron cuenta de que era mucho peor el nuevo que el anterior, y con Mi querida señorita pasó tres cuartos de lo mismo. Todo lo que tenía de rebelión amorosa no lo captaron. Pensaron que era una nueva versión de La tía de Carlos, de travestismo. Aparte de ser malos, eran tontos.

-Ha sido presidente de la Academia de Cine y de la SGAE, ¿qué despacho es más incómodo?

-Todos los despachos son, en principio, incómodos. La Academia entonces tenía muchos problemas económicos. Cada edición de los Goya era un milagro.

-La SGAE se ha convertido en una suerte de 'cobrador del frac', ¿le parece justo?

-En España tendrían que hacer como en Alemania, Francia, Italia o en cualquier país civilizado. Allí no se discute el robo de la propiedad intelectual. Cuando dicen que la cultura tiene que ser gratis me parece estupendo, pero cuando el pan o los zapatos lo sean también. Aquí, por alguna razón, la gente no quiere aceptar las indicaciones de Bruselas. En una boda, por ejemplo, hay que pagar al cura, la alfombra, las flores, todo menos al que ha hecho la música. No tiene vuelta de hoja.

-Álex de la Iglesia dijo al dimitir que se iba porque quería poder seguir diciendo lo que pensaba...

-Yo siempre he dicho lo que pensaba y no por eso me marché de la Academia. Álex no debería dimitir porque lo estaba haciendo muy bien. Le mandé un correo diciéndole que me parecía mal, pero comprendo su desilusión.

-Una de sus obsesiones es el lenguaje, ¿dónde lo tratan peor?

-No entiendo que sea apenas cuatro normas ortográficas y gramaticales y escuchemos continuamente a los locutores en televisión disparates cómo las miles de personas cuando miles es masculino. Y los políticos no digamos. No hay gente más pervertida hablando.

-¿Por un exceso de corrección?

-No, porque la corrección nunca es excesiva. Por falta de corrección y de preparación .

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