Cultura

El premio Librería Cultural 2017 llega a Proteo y Prometeo

  • El galardón, que se anunció en octubre de 2017, fue entregado ayer en el establecimiento

Los responsables de Proteo y Prometeo sostienen el reconocimiento.

Los responsables de Proteo y Prometeo sostienen el reconocimiento. / javier albiñana

La librería Proteo y Prometeo recibió ayer el Premio Librería Cultural 2017 después de que en octubre del año pasado se anunciara al establecimiento como ganador.

El premio lo otorga la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), con la colaboración del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Su objetivo es reconocer la librería como espacio de encuentro cultural y foco de dinamización y difusión del libro y la lectura, y tiene una dotación económica de 9.000 euros.

El subdirector general de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, Javier Pascual, y el presidente de Cegal, Juancho Pons, entregaron el galardón a los responsables de la librería, el director de Proteo y Prometeo, Jesús Otaola, y la socia fundadora, Pilar Guerrero.

La librería Proteo y Prometeo de la capital malagueña fue reconocida por el jurado debido a su importante trayectoria, presencia en la vida cultural de la ciudad e incansable y original labor por el libro, según explicó Cegal. También valoraron muy positivamente la implicación gremial y sectorial de la librería y de su actual director, Jesús Otaola.

El jurado de esta edición estuvo formado por personalidades relevantes del mundo del libro como el escritor Sergio del Molino, los periodistas Inés Martín Rodrigo y Guillermo Busutil, y la editora Silvia Sesé, además del representante de la asociación de distribuidores FANDE, José Manuel Anta, y miembros de la junta directiva de Cegal.

El fundador de Proteo y Prometeo, Pepe Guerrero, explicaba en El aprendiz de librero: Recuerdos, sueños y pensamientos la historia de esta librería que no estuvo exenta de dificultades. Como nació en pleno régimen franquista el establecimiento se enfrentó al recelo de algunos ciudadanos y a visitas de la Policía, una de ellas por poner en el escaparate un libro sobre sexualidad. Precisamente en el local tenían muchas obras prohibidas por la dictadura.

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