CRÍTICA 'Y DE REPENTE, TÚ'

A propósito de Amy (Schumer)

y de repente, tú

Y de repentente, tú. Comedia romántica, EEUU, 2015, 124 min. Dirección: Judd Apatow. Guión: Amy Schumer. Fotografía: Jody Lee Lipes. Música: Jon Brion. Intérpretes: Amy Schumer, Bill Hader, Tilda Swinton, Brie Larson, Colin Quinn, Vanessa Bayer, John Cena, Ezra Miller, LeBron James, Randall Park, Jon Glaser.

Parece evidente que Y de repente, tú responde al encuentro entre Judd Apatow y la cómica neoyorquina Amy Schumer, a una sinergia entre el principal renovador de la comedia norteamericana de la última década (Virgen a los 40, Lío embarazoso, Funny people, Si fuera fácil) y una nueva estrella femenina procedente de la stand-up y la televisión con la que moldear un universo (expansivo, familiar, laboral, sentimental, romántico) que, en cualquier caso, se reconoce como propio.

Podría haber sido Lena Dunham, a quien Apatow ya lanzó como productor en la serie Girls, pero la actriz, guionista y directora parece querer volar en solitario sin demasiado contacto con los aires de Hollywood y la Costa Oeste.

Apatow y Schumer, que firma en solitario este guión, se aferran a las estructuras y la tipología clásicas de la comedia romántica para darles la oportuna vuelta de tuerca que pasa ya por la experiencia televisiva y por cierta domesticación de la improvisación de donde procede la cómica y muchos de los protagonistas de los filmes del director.

Y de repente, tú se articula así en torno al innegable carisma de Schumer y su tipo ojijunto y regordete, a ese modelo de mujer joven, urbana, liberada y sin complejos que se desenvuelve en el mundo ajena a los estereotipos y las convenciones, en una astuta inversión y fusión de los roles masculino y femenino que hacen que esta comedia emprenda un recorrido inverso por el esquema del chico-encuentra-chica, etc., y que incluye algunos guiños cinéfilos que parodian incluso sacrosantos hitos del género como Manhattan, de Woody Allen.

Borrachuza, deslenguada, sexual, promiscua y alérgica al compromiso, nuestra protagonista emprende un viaje hacia el romanticismo (¡con grand finale!) desde el marco de su tozuda independencia, lo que podría verse, sin duda, como una apuesta bastante conservadora camuflada bajo una aparente reivindicación de género.

Por suerte, el toque Apatow está también ahí para atar el lote y coser las fisuras: el retrato generoso de personajes secundarios (del mismísimo LeBron James al padre o el cuñado, pasando por una excéntrica Tilda Swinton o el novio culturista que interpreta John Cena), la voluntaria dilatación de algunas secuencias, la modulación del drama (familiar) cuando éste aparece… Es ahí donde esta cinta, posiblemente la menos interesante y personal de las suyas, coge cuerpo y empaque, donde Apatow reafirma su irrenunciable apuesta por el entretenimiento (ya sea el cine o el deporte, muy presente en este filme) como elemento de cohesión social y de rebaja de las tensiones de la vida.

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