Cultura

Y el verbo acampó en Málaga

  • Juan Manuel Muñoz Gambero presentó ayer en la Feria del Libro su nueva obra, 'El testamento oculto', una incursión en la ficción con la que aborda de manera didáctica el desarrollo del Neolítico en la provincia

Pocas personas han dedicado tanto tiempo y esfuerzo al estudio y la promoción de la Málaga antigua como el arqueólogo Juan Manuel Muñoz Gambero, descubridor de los yacimientos del Cerro del Villar y el Cerro de la Tortuga entre otros muchos en toda la provincia, director de diversas misiones arqueológicas españolas en Egipto y otros países del Mediterráneo a través de la Unesco, defensor incansable de la protección del patrimonio y conocedor profundo de la huella de fenicios, íberos y otras civilizaciones en su territorio natal. Muñoz Gambero cuenta con numerosas publicaciones de carácter científico en los que ha revelado e interpretado todos sus hallazgos. Por eso, la aparición de su última obra, El testamento oculto. El descubrimiento del origen de la escritura hallada en Málaga (Fundación Málaga), presentado ayer en la Feria del Libro (en un acto celebrado en el Rectorado de la UMA en el que participaron el catedrático de Filología Aurelio López, el catedrático de Historia Antigua Fernando Wulff y el director de la Fundación Málaga, Pedro Martín-Almendro, además del propio Muñoz Gambero), supone un punto de inflexión en su trayectoria y una verdadera sorpresa para quienes siguen sus escritos. Muñoz Gambero adopta por primera vez un tono de ficción, próximo a la novela aunque también exigente en cuanto al contenido científico, para contar todo lo referente al desarrollo del Neolítico en la provincia. El resultado responde a una ambición principalmente didáctica: el autor no se dirige al versado ni al experto, sino al curioso que quiere hundir sus propias raíces un poco más allá. Este Testamento oculto, divertido y estructurado a la manera del best seller, supone en este caso una herramienta de primer orden.

En el fondo, El testamento oculto tiene mucho de juego. El protagonista, Míkom, es un alter ego del mismo Muñoz Gambero: un investigador que en plena Prehistoria decide recorrer todo el territorio que se corresponde hoy con la provincia de Málaga en busca de un misterio que puede cambiar el rumbo de la humanidad. El autor, a través de su alias, adopta así la primera persona para describir con un realismo sobrecogedor los paisajes de los entornos de Ronda, Málaga (Malk) y Antequera, así como las costumbres de las sociedades humanas de la época, en las que convivían agricultores, artesanos, cazadores, artistas y chamanes. Unas sociedades que de alguna forma se preparaban para las futuras colonizaciones mediterráneas mientras se configuraban en virtud de un orden cultural propio y distinto. Muñoz Gambero utiliza otros aliaspara incluir en la aventura de Míkom a algunos de sus más estrechos colaboradores, mientras que otros tantos son empleados como topónimos y parecen responder a fuentes antiguas: el Cerro de la Tortuga es aquí el Cerro del Escarabajo, mientras que el Cerro Coronado recibe el nombre de Cerro Jorobado. Aparecen el Cerro Castaño como emplazamiento original del poblado de Míkom (situado entre el Pantano de la Viñuela y el Puente Don Manuel, en el término municipal de Alcaucín), la Cueva de la Pileta en Benaoján, la Cueva del Humo en la playa de La Araña y, claro, los Dólmenes de Antequera entre muchos otros.

El misterio que busca Míkom no es otro que el primer rastro de la aparición de la escritura en Málaga, un fenómeno que, según Muñoz Gambero, apareció en la provincia mucho antes de la colonización fenicia: así lo demuestran numerosas estelas grabadas en la roca, halladas en diversos municipios de la provincia, que representan el paso de la representación figurativa al carácter, al símbolo como mecanismo reproductor del pensamiento. Un fenómeno que tuvo aquí su discurso propio con independencia del Mediterráneo oriental. Míkom trae el verbo, y el verbo habitó entre nosotros.

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