¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La sociedad vasca se autoindulta

El subidón de Bildu responde a una huida hacia adelante de las conciencias, es una clara autoexculpación por lo sucedido

Euforia en Bildu.

Euforia en Bildu. / DS

EN alguna ocasión, Jon Juaristi ha comentado cómo la prensa progresista del Sexenio Democrático (el que nace con la famosa Gloriosa) pidió la independencia para las provincias vascas. Su argumento era que había que deshacerse de unos territorios donde anidaba una reacción carlista que boicoteaba sistemáticamente cualquier intento de modernizar el país. Sin ese chinche en la chepa de España todo fluiría mejor. La independencia, o más bien la expulsión, podría ser la solución.

A la vista de los resultados de las últimas, limpias y legítimas elecciones dan ganas de comprar el argumento de aquellos viejos periodistas republicanotes que Cansinos Assens llegó a describir en La novela de un literato: machos, gargajeros y muy comprometidos con la causa. La distinción es que los vascos ya no son carlistas, ni siquiera catolicarras. Más bien, como he leído tanto en estos días, apuestan por programas electorales cools plagados de tics ecofeministas. El nacionalismo vasco ha sabido adoptar muchas caretas a lo largo de la historia, desde la legitimista hasta la lgtbi, pasando por la demócrata-cristiana o la marxista-leninista. Pero en el fondo siempre refleja lo mismo, ese complejo de hidalguía por el que creen que tienen derecho a una serie de privilegios que les están vedados a los demás, a las comunidades pecheras. El problema es que todos lo han consentido: el Antiguo Régimen con los fueros, la Restauración con la invención del cupo; la II República con el mito del gudari y la primera autonomía; el franquismo en forma de grandes inversiones; y la Democracia con todas estas dádivas más el absoluto borrado del Estado en el País Vasco.

Tengo para mí que con estos resultados electorales la sociedad vasca se ha indultado. No es que los jóvenes no sepan quién es Miguel Ángel Blanco, es que su recuerdo no termina de encajar demasiado en un relato que presenta al País Vasco como un paraíso. Debe ser duro descubrir que tu santo y noble país fue durante décadas un espacio donde medró la cobardía, el cinismo y el terrorismo. El sentido de la culpa es para los pueblos débiles y abandonados de Dios, no para sus elegidos. El subidón de Bildu responde a una huida hacia adelante de las conciencias, es una clara autoexculpación por lo sucedido.

Aparte hay otro asunto que dejamos para otra ocasión. La Democracia española del 78 es una historia de éxito con borrones. Uno de ellos es el País Vasco. En casi 50 años el retroceso de España en este territorio es espeluznante. Ahí están los datos.

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