Al sur del sur

Javier Chaparro

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Tres obstáculos para aprobar el tratado sobre Gibraltar

Desde la perspectiva del sector duro de los conservadores británicos, sería injustificable que un agente extranjero pueda impedir la entrada en el Peñón de uno de sus ciudadanos

El Peñón de Gibraltar.

El Peñón de Gibraltar. / A.C.G.

El próximo día 14 y bajo la presidencia del sanroqueño Juan Carlos Ruiz Boix, la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados debatirá y aprobará una iniciativa del Grupo Socialista en la que se insta al Gobierno de España a impulsar un tratado entre la UE y Reino Unido sobre Gibraltar. Los objetivos principales de ese acuerdo, según se lee en la iniciativa, deben ser el libre tránsito de personas y mercancías entre el Peñón y La Línea y el uso conjunto del aeropuerto construido sobre el istmo. Todo ello en el contexto de “una propuesta global y equilibrada”. La iniciativa tiene lugar en vísperas de que vea la luz el texto del tratado que, además de contar con el visto bueno de los ejecutivos español y gibraltareño, deberá ser aprobado formalmente por el Parlamento Europeo (PE) y la Cámara de los Comunes.

La propuesta del PSOE ante la Cámara Baja se produce en un momento especialmente delicado para los impulsores de un tratado en cuya redacción actual se intuye un perfil más bien bajito, de líneas generales y centrado en la desaparición de la Verja y en la utilización ordinaria del aeródromo, como uno más, salvaguardando eso sí y por encima de todo su condición de instalación militar bajo mando de la RAF. Poco más. Lamentablemente, nada dice el Gobierno de España -y tampoco la proposición no de ley socialista- sobre cuestiones ya reiteradas y claves como el control del contrabando de tabaco, la nivelación fiscal, la igualación de las pensiones o el combate al blanqueo de capitales en la colonia.

A este último respecto, el PE, recientemente y en contra del criterio de la CE ha frustrado las aspiraciones de Gibraltar de salir de la lista de territorios que favorecen el blanqueo de capitales. ¿Aprobarán los eurodiputados que salgan elegidos en junio un tratado que no ataje el lavado de dinero negro en el Peñón?

El segundo obstáculo al que se enfrenta el futuro acuerdo entre la UE y Reino Unido viene de la mano del sector duro de los conservadores británicos, quienes advierten que lo pactado pone en riesgo la reivindicación de su soberanía sobre Gibraltar ante España. No son pocos los tories que censuran al Gobierno de su partido por “tolerar” la futura presencia de autoridades policiales no británicas -de Frontex, inicialmente, no digamos si son españolas- en el puerto y el aeropuerto de la colonia; desde su perspectiva, sería injustificable que un agente extranjero pueda impedir la entrada en Gibraltar de un british, con independencia de que también lo haga en zona Schengen. Ese mismo sector rebate que sea el Tribunal de Justicia de la UE quien dicte doctrina sobre la legislación de la Roca.

Rishi Sunak se tambalea como primer ministro y líder conservador tras haber logrado únicamente el 17,5% de los votos en las municipales

Tercera barrera: Rishi Sunak se tambalea como primer ministro y líder conservador de Reino Unido tras haber logrado únicamente el 17,5% de los votos en los comicios municipales de esta semana (frente al 58,9% de los laboristas). No solo es previsible que no llegue como candidato de su partido a las elecciones de final de año, sino que puede ser derribado por sus correligionarios antes, incluso, de que el texto del tratado llegue a los Comunes para su debate final. Sunak seguiría así los pasos de David Cameron, Theresa May, Boris Johnson y Liss Trust, sus inmediatos antecesores al frente del Gobierno de la islas británicas, cada cual con sus circunstancias, pero todos ellos víctimas de un mismo verdugo: el Brexit.

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