Salud y Bienestar

Cosas que importan en tiempos de crisis

  • Los ciudadanos de la Unión Europea se enfrentan a la gestión cotidiana de la actual recesión económica con una elevada esperanza de vida al nacer pero con peores expectativas de salud que hace una década

A los europeos, en general, les ha pillado el comienzo de la crisis con menos pobres entre ellos que hace una década; además, los ciudadanos de la UE están mejor formados y contaminan menos. Pero beben más alcohol, consumen más cocaína y tienen más paro ahora que hace diez años. También, viven más, aunque con menos expectativas de una buena vejez. Los hospitales en los que reciben asistencia tienen menos camas pero, a cambio, hay más médicos para atenderlos. Éste es un esbozo del perfil de salud y sus condicionantes con el que los ciudadanos están capeando el temporal; con ese bagaje van a defender el pan que comen e intentar salir del turbión con el menor daño posible. España comparte esa tendencia, aunque sus indicadores absolutos son peores, en la mayoría de estos aspectos, que los de sus conciudadanos europeos. Y se distancia, a peor, en términos relativos, en la proporción de personas bajo la línea de la pobreza. Así se desprende de la comparación de doce indicadores (agrupados en siete epígrafes) seleccionados de la base de datos European Community Health Indicators, presentada este verano por la Comisión Europea.

Los europeos tenían en 1999 unas expectativas de vivir 76,27 años de media. En 2009, la esperanza de vida al nacer en la Europa comunitaria era de 78,24 años. También es conocida, por paseada por medio mundo, la elevada esperanza media de vida al nacer en España: era de 78,81 años en 1999 y de 81,18, de 2009, en parte gracias a la superior longevidad femenina, en parte gracias a la dieta mediterránea y en parte a la accesibilidad universal a la sanidad pública: como decía hace años un consejero del Gobierno andaluz, no todo el mérito se lo van a llevar el pescado azul y el aceite de oliva. Pero las estadísticas ofrecen un contrapunto que debe dar qué pensar, especialmente a los responsables de la gestión del presupuesto del paraguas público de protección social. En Europa, en 1999, un varón podía esperar que llegaría razonablemente sano a la edad de 62,77 años. En 2007, ya no cabía esperar tanto: sólo 61,21 años sin achaques. Una llamada a la reflexión, sin duda, para toda la sociedad en su conjunto, sobre los mismos conceptos de qué es salud y qué, enfermedad. En Europa, en 1999, una mujer tenía una expectativa de vivir con salud 64,46 años. En 2007, eran 62,44. En España, 69,50 años en 1999 y 62,90 en 2007. Con una diferencia respecto a los varones: las mujeres viven más, pero no mejor, a partir de la aparición de los achaques.

Entre 2000 y 2008, Europa bajó, aun con procesos de ampliación de por medio, del 9,21% al 9%, la proporción de personas bajo la línea de la pobreza. En España, sin embargo, en esos mismos años, los pobres pasaron de un 11% a un 12% de la población. La crisis, sin duda, ha agudizado esa situación y ha disparado las situaciones de emergencia social.

La media del paro europeo sobre la población activa total pasó del 8,35% en 1999 al 8,77% en 2009. En España, como es sabido, el golpe ha sido descomunal: del 12% en 1999 al 18% en 2009, con el peso añadido del conocido contraste con la pujanza de los primeros años de la presente década. No por obvio deja de ser pertinente recordar que el desempleo es uno de los factores de riesgo más importantes del empeoramiento de la salud y la calidad de vida.

La población europea mayor de 25 años y menor de 65 con educación superior pasó de un 15,64% en 1999 al 24,58% en 2009. En España, uno de los países de la OCDE con más titulados universitarios, ese indicador subió de un 21,4% a un 29,66%. También, en el otro extremo del arco del grado de formación, se ha reducido el porcentaje de población con nivel educativo elemental o sin estudios: en Europa, entre 1999 y 2009, desde un 36,24% a un 27,58% de las personas con edades comprendidas entre los 25 años y los 64 años; en España, desde un 63,74% a un 48,46%. Datos que sin duda invitan a reflexionar sobre la capacidad de encaje entre el modelo productivo y la formación profesional de los ciudadanos y, también, sobre la pervivencia de importantes brechas socioeconómicas vinculadas al nivel de educación y de bolsas de población que se queda atrás.

La polución por PM10 (partículas inferiores a diez micrómetros de diámetro) es un elemento presente en la vida de las ciudades y está asociado al tráfico y la actividad industrial. Está presente en procesos inflamatorios y afecta especialmente, aunque no sólo, a personas con patologías respiratorias. Europa ha reducido entre 1999 y 2009 su proporción de partículas en estaciones de metro y aglomeraciones de tráfico de un 27,74% a un 25.60%. España ha pasado de un 33,60% a un 27,70%. Es probable que las políticas de movilidad y la mayor conciencia medioambiental hayan contribuido a ello; como es posible que lo hayan hecho, asimismo, una cierta austeridad y menor actividad industrial impuestas por las circunstancias.

Cada europeo mayor de 15 años se bebía en 1999 10,72 litros de alcohol al año. En 2005 (última información comparable de la base de datos comunitaria) esa cantidad subió a los 12,15 litros. En España, se bebe menos y la tendencia es estable en términos de población general (11,61 litros en 1999 y 11,70 en 2003) aunque también es conocido que el alcohol y el consumo de otras sustancias se ha convertido en un problema de salud pública emergente entre los más jóvenes. Cuando en 1999 se le preguntaba a los ciudadanos europeos si recordaban haber consumido cocaína en el último año, el 1,4% decía que sí. En 2009, eran el 4,45%. En España también se da ese aumento del reconocimiento del consumo, con datos de partida peores (o más sinceros) que los de Europa. Un 2,70% de los españoles reconocía haber consumido cocaína en los últimos doce meses en 1999; eran un 5,50% en 2009.

Independientemente del valor técnico del número de camas para medir la eficiencia de una organización asistencial, ese dato expresa una determinada disponibilidad de recursos. En Europa había 670,02 camas (públicas y privadas) por cada 100.000 habitantes en 1999. En 2008 había bajado esa cifra a 663,08 por cien millares de población. En España también se ha dado esa reducción: 376 camas por 100.000 habitantes en 2009 y 352,20 en 2008. El número de médicos trabajando en Europa ha subido en los últimos años. De una ratio de 283,02 por 100.000 en 1999 se pasó en 2008 a 354,67. En España se pasó en 1999 de 308,50 médicos por 100.000 a 352,20 por cien millares de población en 2008.

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