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Cierra Taberna La Concha, el mítico bar del Rocío que cambió Chicote en 'Pesadilla en la cocina'

Cierra Taberna La Concha, el mítico bar del Rocío que cambió Chicote en 'Pesadilla en la cocina'

Tras el paso de Chicote por Huelva hace tan solo unos días para grabar Pesadilla en la cocina en el El Sitio, un bar de La Orden, el cocinero más popular de la pequeña pantalla vuelve a ser protagonista estos días. Y es que recientemente ha cerrado sus puertas Taberna La Concha, en El Rocío. Un local que saltó a la fama precisamente después de que Alberto Chicote grabara su famoso programa de televisión mostrando el cambio.

Antonio, el dueño del establecimiento, se hizo con el público por su actitud y sus continuos enfrentamientos con Chicote, tanto en la primera como en la segunda ocasión en la que el cocinero fue a visitar su restaurante.  Ahora, desde la taberna han emitido un comunicado en sus propias reseñas de Google en el que aseguran que cierran el local "por motivos familiares" a partir del 1 de abril de 2024. En mayo abrirán otro local en Chillón, Ciudad Real, donde está el pueblo natal de Antonio. 
Comunicado del cierre de la taberna Comunicado del cierre de la taberna

Comunicado del cierre de la taberna / S.V. (El Rocío)

El cierre del local ha provocado que se viralice el recuerdo de su paso por Pesadilla en la cocina en las redes sociales. X, por ejemplo, se ha llenado de posts con divertidas anécdotas.

El paso de Chicote por Taberna La Concha

A pesar de que el chef y propietario del local, Antonio José Franco, se mostró "decepcionado" con la imagen que trasladaron las cámaras a nivel personal y de su restaurante, lo cierto es que estrenar la tercera temporada del culinario reallity le permitió incrementar su clientela y consolidar su negocio.

A pesar de todo, el empresario castellanomanchego relataba a este periódico en 2014 que no volvería a repetir la experiencia. "Viví días de enorme tensión", aseguraba mientras añadía que fue sometido a una enorme presión en busca de esas escenas que tanto venden en televisión por el morbo que suscita. "Ellos saben que me enciendo rápido, pero también que soy como la gaseosa, que de inmediato me vengo abajo. Lo sabían y me taladraron constantemente".

En cualquier caso, el hostelero recordaba que los participantes firman un contrato con la productoraque les impide contar los entresijos del programa, aquello que se cuece tras los fogones y que no ven los telespectadores.

Es un modo de preservar la magia y también que el programa se rige por un guión muy encorsetado que repite una y otra vez la misma fórmula: mostrar las penurias por las que atraviesan los dueños de los centros de restauración y cómo resurgen tras la visita de Chicote. Sin embargo, el cocinero afincado en El Rocío recordaba por aquel entonces que el programa se grababa en sólo seis días, "de lunes a sábado". Poco tiempo como para poder asimilar consejos de gestión o de cocina que permita reflotar un negocio. Así lo sentenciaba, explicando que "sólo hablé con Alberto frente a la cámara. Él y su equipo se hospedaban aquí en la aldea, pero sólo les veía cuando venían a grabar".

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