Cultura

Y la flauta sonó para todos

Clausura de la Temporada Lírica. Teatro Cervantes. Fecha: 26 de junio. Programa: 'La Flauta Mágica', singspiel en dos actos, con música de W. A. Mozart y libreto de E. Schikaneder. Intérpretes: Ofelia Sala (Pamina), José Luis Sola (Tamino), Enric Martínez-Castignani (Papageno), Ana Nebot (Papagena), Francisco Santiago (Sarastro), Milagros Poblador (Reina de la Noche), José Canales (Monostatos), entre otros solistas, y junto al Coro de Ópera de Málaga, el Coro de Niños de la Comunidad de Madrid y la Orquesta Filarmónica de Málaga. Director de escena: Francisco López. Director del Coro de Ópera de Málaga: Francisco Heredia. Director artístico del Coro de Niños de la Comunidad de Madrid: Félix Redondo. Director musical: Lorenzo Ramos. Aforo: Unas 1.100 personas (lleno).

Siempre he concebido Die Zaubeflöte como una obra de arte que engendra obras de arte. A la vista está en la producción literaria, musical, cinematográfica e incluso psicológica existente sobre la creación mozartiana. Una partitura con la que se cerró la actual temporada lírica, siendo el claro puntal de éxito y que mostró el mensaje póstumo que nos legó el compositor: una pieza musical para todos y para la humanidad. Dicho esto, sólo resta decir bravo por la adaptación al castellano y por la producción que se analiza.

En primer lugar, destaca uno de los aspectos más agradecidos: la escenografía. Y más, visto lo visto en la propuesta lírica predecesora. Si bien no se ajustó a los planteamientos más concretos que marca el libreto, recogió en esencia los más básicos. Hablemos de elementos. Los destacados: la movilidad y versatilidad de los espacios junto a la utilización, inclusive, de varios planos escénicos, un excelente proyecto de iluminación, la inclusión de efectos sonoros, una presentación significativa las escenas clave (aparición de la Reina de la Noche) y los frecuentes y bien planteados guiños a la ritualidad y simbología masónicas. Los poco definidos o inexistentes: hablar de este singspiel es glosar sobre la dualidad simbólica del ser humano (día/noche, sol/luna, masculino/femenino, Isis/Osiris, etc.). Y por ende, es mostrar parte de los mismos en la escena (véase las imágenes de la conocida e histórica versión de Schinkel de 1815 o la de David McVicar de 2003) y los elementos que sitúen el contexto claramente en el antiguo Egipto, tal como plantea el propio libreto, e inclusive la ilustración de la portada del manuscrito que diseñó Ignaz Alberti. Los de poca credibilidad: es el caso de un Monostatos algo extravagante y de la aparición de Sarastro sobre una silla de ruedas, y no del "carro triunfal arrastrado por seis leones" que indica el texto original. Tampoco se pide esto último pero sí algo de coherencia con la trama.

En el apartado musical habría que reseñar la importancia de haber contado con un elenco de solistas españoles. En este sentido, la conjunción dio buenos resultados a las pequeñas salvedades de lo individual. De los solistas habría que detallar su notable empaste en los números grupales, momentos éstos donde Mozart pone el énfasis de la creación de combinaciones perfectamente hiladas. Si bien hubo una ligera descoordinación rítmica entre solistas y orquesta en la aparición del quinteto en el segundo acto, hubo momentos muy dignos como los frecuentes dúos Papageno/Pamina o las intervenciones de los tres genios. En los papeles individuales contamos con la soprano Ofelia Sala de bellas matizaciones vocales, buen ataque y correcto apoyo sobre los agudos y a la que se le perdona ese pequeño desliz inicial en la conocida aria final de Pamina, que supo concluir con total rotundidad y aplomo. José Luis Sola destacó igualmente por una tímbrica compacta, con potencia en los agudos y resuelto desde el principio. Se echó en falta una voz más corpórea para Papageno, pero Enric Martínez-Castignani realzó la recreación del personaje en calidad de óptimo actor. Milagros Poblador defendió su papel dignamente, más precisa y potente en los conocidos agudos de las coloraturas que en las transiciones, pero avalada por su sabiduría en la escena y una impecable dicción. Francisco Santiago procuró un Sarastro correcto al igual que la magnífica interpretación realizada por las tres damas Arcuri/Serna/Pardo y el resto del elenco de solistas.

Destacado papel el del Coro de Ópera y de la Orquesta Filarmónica de Málaga que manifestó un notable acompañamiento bajo la batuta de Lorenzo Ramos. Pese a que se echó de menos tempi más lentos en los consabidos tres acordes y los momentos solemnes (marcha de sacerdotes, aparición de Sarastro), su realización fue clara y precisa como siempre.

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