LA Real Academia de la Lengua aceptará pronto la palabreja del título por la extensión del uso de una práctica basada en el autoretrato en distintas situaciones, sobre todo en aquellas que realzan la felicidad o el enriquecimiento del ego. Que la mayoría llevemos una cámara de fotos empotrada en el bolsillo ha cambiado nuestra forma de actuar y existe la necesidad de expresar sentimientos y situaciones a través de la imagen. Más que nunca, la imagen es poder y por eso hay legiones de víctimas del sentimiento embriagador que genera sentirse exclusivo o creer que es momento de matar de envidia a todo el entorno con un selfie o autofoto. La situación, las fotos que se realizan en este formato, me recuerdan un poco a la de nuestros padres y abuelos cuando, en tiempos de escasez, mostraban las bebidas y las viandas con las que celebraban cualquier acontecimiento como ejemplo de que no había miseria en el cortijo.

Si pertenecen a una familia que haya pasado estrecheces, les reto a que miren las imágenes de hace más de 30 años y verán como todo el mundo enseña los botellines de quinto de cerveza, las botellas de vino, la tortilla de patata… Eran los selfies de la época. Quienes no habían tenido nada, aparecen mostrando la humilde abundancia del día de fiesta.

Ahora, pese a la crisis, nuestras necesidades son otras. Mal que bien casi todo el mundo tiene para la birra y para la tortilla del domingo y si hay para pagar la cuota del smartphone, hay suficiente para lucir palmito con el selfie. Por eso pienso que el selfie de hoy refleja un grado de miseria, en este caso personal, similar al que indirectamente nos mostraban nuestros padres y abuelos cuando enseñaban el ejemplo de bonanza que representaba la Mahou y el plato con el taco de jamón.

Pero no crean, que todo esto de la escasez personal no es teoría mía, sino una adaptación de lo oído a distintos psicólogos. Según ellos, que una persona abuse de mostrar su imagen sólo en situaciones felices transmite la inseguridad de la misma e incluso sus complejos.

Rápidamente, he rastreado las redes y me he dado cuenta de que pueden tener razón porque hay pocos selfies de gente que diga: "Aquí estoy cogiendo aceituna de barro hasta los ojos" o "aquí me veis con las ojeras hasta el suelo porque mi jefe me tuvo hasta la madrugada del Jueves Santo cerrando el IVA del trimestre". No, eso no se ve.

Preferimos que nos vean vestidos de domingo o creyéndonos guapos porque así se vence la inseguridad.

Tan ingenuos somos que pensamos que la imagen es lo único que cuenta y ésta es tan efímera como la situación que refleja.

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