La esquina

josé / aguilar

Pablo, como Felipe

PABLO Iglesias ha echado un órdago al movimiento que trata de convertirse en partido. Me recuerda a aquel Felipe González que le planteó al PSOE una disyuntiva dramática: o abandonamos el marxismo como definición ideológica o no sigo de secretario general. De hecho se fue... para volver en loor de multitudes y el PSOE dejó de ser marxista. Para siempre.

González puso en el envite todo el peso de su carisma. Se salió con la suya y gracias a eso el socialismo democrático ganó varias elecciones generales e hizo historia. También Pablo Iglesias -fíjense: ya todos le llaman Pablo, otro paralelismo con Felipe- ha formulado su desafío siendo consciente de que es el líder indiscutible de Podemos, al que ni sus adversarios discuten, y amenazando con pasar a segundo plano si sus propuestas son derrotadas en el congreso que culminará en noviembre.

Hay una diferencia entre un proceso y otro. En el socialista, hace más de treinta años, Felipe González apostaba por consolidar su liderazgo, sí, pero también por asentar al PSOE en la socialdemocracia reformista. Lo de Pablo Iglesias carece de contenido ideológico o estratégico. Sus partidarios y los disidentes defienden prácticamente el mismo programa. La discrepancia es sobre el modelo organizativo que ha de adoptar Podemos. Iglesias defiende un modelo jerarquizado en torno a una figura por encima del conjunto: la suya. Es decir, un partido como los demás partidos, incluidos los de la casta. Personalmente creo que no se corresponde con lo que ha significado Podemos como movimiento político con pretensiones de acabar con el bipartidismo reinante. La forma en que Pablo quiere organizarlo no coincide con el fondo rupturista que dio origen a Podemos y que se presenta como su objetivo final.

Por lo demás, los asistentes a esta primera fase del congreso constituyente han demostrado una gran inteligencia. Los apuntes del programa electoral inicialmente aprobados sobre educación, sanidad, vivienda o corrupción se inscriben plenamente en el campo de una izquierda radical que puede atraer a una minoría amplia de la sociedad, y ya se han ocupado de matizar propuestas descabelladas y ruinosas, como el impago de la deuda.

Queda flotando una duda existencial que afecta a la esencia del fenómeno Podemos y a su proyección futura: ¿buscan sanear el sistema democrático o liquidarlo? De momento no está nada claro.

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