Alas 7:55 de la mañana de ayer ingresó en la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) la tonadillera Isabel Pantoja, condenada a dos años de prisión por un delito de blanqueo de capitales. Para añadir oprobio a su encarcelamiento, ese mismo día publicaba el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía el decreto que revoca la concesión de la Medalla de Andalucía que le fue otorgada por el Gobierno autonómico en 2002 y le fue impuesta por el entonces presidente, Manuel Chaves, medalla que tendrá que devolver a la vez que pierde los derechos honoríficos que conllevaba la alta distinción. María Isabel Pantoja Martín había sido condenada por la Audiencia de Málaga -y vio confirmada su sentencia por el Tribunal Supremo- en una pieza separada del caso Malaya, por haber puesto sus cuentas y actividades artísticas y empresariales al servicio de su pareja sentimental de entonces, el alcalde de Marbella, Julián Muñoz, a fin de que éste pudiera aflorar y lavar el dinero que obtenía ilícitamente por el cobro de comisiones y otros actos de corrupción cometidos valiéndose de su cargo de regidor marbellí. La famosa intérprete de la canción andaluza y habitual de la crónica rosa desde la trágica muerte de su marido, el torero Paquirri, presentó un recurso contra la ejecución de la sentencia argumentando que cumplía las exigencias del Código Penal para acogerse a este beneficio: no superaba los dos años, era su primera condena y presentó un plan para hacer frente a la sanción económica que el tribunal le había impuesto. El recurso de súplica fue rechazado por el tribunal que le había juzgado, la Audiencia de Málaga, en un auto de singular contundencia, en el que se definía la actividad blanqueadora de la tonadillera como "paradigma de ilegalidad criminal", se consideraba su acción delictiva especialmente demoledora para la sociedad democrática, por lo que tuvo de aprovechamiento privado y torticero del patrimonio público y se resaltaba la finalidad pedagógica del estricto cumplimiento de la sentencia, ya que se intentaba disuadir a quienes en adelante pudieran verse tentados a repetir actuaciones de semejante gravedad. En la mañana de ayer la popularísima artista fue sometida a reconocimiento médico, cacheada y entrevistada por un equipo profesional de la prisión en la que habrá de permanecer durante dos años, aunque para mayo próximo podría empezar a disfrutar de permisos. Ha comenzado un nuevo capítulo en la azarosa vida de Isabel Pantoja, que afronta en plena crisis depresiva, víctima de su propensión a la claustrofobia y constantemente sometida al circo mediático nacional al que va unida para siempre su biografía.

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