Postales desde el filo

José Asenjo

Psoe, presente y pasado

NO sé si, como dicen, hay problemas en el PSOE. Puede ser que sólo se pretenda desviar la atención de las tribulaciones del PP con una nómina cada vez más amplia de dirigentes encarcelados. Pero lo cierto es que las respuesta de los socialistas cuando le preguntan por los problemas entre Sánchez y Díaz suenan algo formales y acartonadas. Cuando un asunto pasa al menú de las tertulias o alimenta las columnas de opinión, importan más la apariencia que los hechos. Claro que sólo puede ser considerado un despropósito que, a cinco meses de su llegada a la secretaría general, voces muy autorizadas de la organización de forma más o menos explícita cuestionen la autoridad de Pedro Sánchez.

Lo que mejor explica la actual debilidad del PSOE es su incapacidad para llenar el enorme vacío de liderazgo que dejó Felipe González hace ya casi dos décadas. Con Zapatero, convertido en ZP, se vivió una ilusión momentánea, hasta que lo que parecía la solución acabó siendo el problema. El breve liderazgo de Almunia nació con el hándicap de ser una solución impuesta por los aparatos territoriales. Para éstos sólo era un secretario general nominal ya que el poder orgánico seguía en sus manos. Consciente de su debilidad quiso legitimarse con el voto directo de la militancia convocando un proceso de primarias. No hace falta recordar cómo acabó todo aquello.

Quizás sean cosas de mis años, pero no sé por qué lo que dicen que sucede ahora me hace recordar aquellos años funestos. Se critica que Pedro Sánchez centre sus esfuerzos en proyectar su liderazgo a la sociedad. A Rubalcaba se le achacaba justamente lo contrario, su bajo perfil y su creciente impopularidad. Se dice que actúa como candidato cuando sólo ha sido elegido para la secretaría general. Algo que es cierto, pero tiene poco sentido pretender que quien lidera al primer partido de la oposición resulte convincente teniendo que discernir cada vez que habla si emplea el subjuntivo o el indicativo. Me temo que algunos notables consideren el liderazgo de Sánchez como circunstancial, mientras quieren dejar claro que el verdadero poder orgánico no está en Ferraz. De nada le sirve ser el primer secretario general en la historia del PSOE elegido mediante el voto directo de los militantes. Dadas las circunstancias, tendrá que buscar su verdadera legitimidad orgánica en las primarias en las que se elegirá el candidato a las generales. Sólo espero que la historia no se repita.

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