El chiringuito

Rafael J. Pérez / Sacerdote Diocesano / Sanramon@diocesismalaga.es

La sanadora sin escrúpulos

LES cuento un caso que me ha sacado de quicio. Esther, malagueña para más señas, tenía cáncer. Murió con 42 años. Dejó tres hijos y marido. Desesperada ante su situación había ido a una sanadora que le cobraba por cada sesión sobre 200 euros. Le hacía cuatro cosas y le mandaba el famoso y prohibido biobac además de otros potingues.

Esther descansa en paz después de vaciar su cuenta corriente. Confiaba en aquella mujer que dos días antes de morir la mandó a su casa con un encargo. Que volviese cuando se encontrase un poco mejor. ¡Qué cinismo! Gentes que juegan sin escrúpulos con la desesperación de las personas.

Es estremecedor cómo se puede uno agarrar a gentes a las que se da más credibilidad que a los mismos médicos. Entiendo que la desesperación te lleva a agarrarte a un clavo ardiendo. Pero es patético ver engrosar las cuentas corrientes de personas sin escrúpulos gracias a la ingenuidad o desesperación de los enfermos. Por lo que más quiera, si se ve envuelto en una situación de estas características, no se le ocurra hacer caso a estas personas que toman el pelo. Confíe en la medicina, en la ciencia y si quieren también en Dios que da fuerza para sobrellevar los momentos tan malos que a veces la vida nos depara. Pero evite dejarse arrastrar por la seducción de cuatro sinvergüenzas que juegan con sus ilusiones y salud.

Es curioso. En una sociedad en la que Dios está desplazado de la plaza pública cada vez más las personas se agarran a historias y supersticiones que sólo conducen a destrozar vidas y esperanzas. Cada uno puede hacer con su vida y sus dineros lo que quiera. Pero recuerde que hay gentes sin escrúpulos que se aprovechan de la ingenuidad de personas desesperadas. Esto no tiene nombre y es una ofensa a la ciencia y al Dios de la vida. Un cáncer es un cáncer. Y si hay metástasis te lleva a la tumba en el plazo de días o meses por mucho que alguien te imponga las manos y te dé cuatro potingues a cambio de cientos de euros.

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