EN los últimos tiempos tengo la sensación de vivir en un bucle sin fin cuando abro un periódico o una web. La independencia de Cataluña, Podemos y los desmanes de la corrupción, ahora con PP en cabeza con diferencia. Cuando uno ocupa el centro del escenario no dura demasiado. Sale otro escándalo, otra supuesta afrenta, una salida de pata de banco, una declaración fuera de tono, un trinque demostrado y se vuelve a repartir la baraja. Y así empieza otra partida.

Es un juego en el que importa más la apariencia que el fondo. La búsqueda del error, la contradicción. La hemeroteca es la tumba para todos, también para los que escribimos. Pero si nadie cambiara de opinión siquiera un centímetro sería imposible un acuerdo en nada en la vida. Se critica entonces el inmovilismo. Y así hasta el infinito. Que todo lo que huele a Podemos es ETA o Venezuela. Que todo lo que no es Podemos es PP y corrupto. Que todo lo que no es uno mismo es radical, extrema derecha o extrema izquierda. Que los puñales vuelan dentro del propio PSOE, que Ciudadanos tiene tics hacia un lado. Y un espectáculo con tintes de hooligan en prensa afín que resta credibilidad a todo.

Un vistazo a la prensa internacional y económica alerta de un desplome monetario a gran escala. Después de que se anunciara que lo peor ya había pasado da miedo y pereza empezar otra vez con el mismo. Seguramente, una buena excusa para sacar la tijera de los recortes sociales, siempre una buena solución para los de arriba.

Escarbando más, en las redes sociales, patio de vecino universal, se detectan los mismos o peores comportamientos que en la clase política. Amenazas, despellejamiento, trastos tirados a la cabeza, seguidismo y demás tics que después se observan en la clase política. Que debería ser ejemplar y servir de guía al resto de ciudadanos. Pero el bucle tiene círculos infinitos. La pescadilla se muerde la cola. Y el maleducado abunda, arriba o abajo. El envidioso también. En el fondo, la política no deja de ser sino el reflejo de la sociedad, con todos sus defectos en el espejo.