Pensándolo MEJOR

Miguel Hagerty

Empatía y Aminatou

MIREN por donde miren, está por los suelos. La cuestión es ¿por qué una capacidad de interacción social tan básica, que hasta hace bien poco estaba bien implantada en la sociedad española, se ha derrumbado espectacularmente? Podríamos empezar diciendo que la empatía no es, ni mucho menos, un don natural que nace de los genes de las personas. Qué va. La empatía es algo adquirido que, además, tiene cierta tendencia a convertirse en efímera, por lo cual hay que currarla día a día.

Es especialmente efímera estos días en que las tentaciones del individualismo ultraliberal (aún en tiempos de crisis) se hacen casi irresistibles. En este sentido, parece que estamos en Navidades todo el año puesto que nuestra incapacidad de simpatizar con nuestros congéneres se evidencia las veinticuatro horas del día. Admito que, para mí, lo más denigrante de estas fiestas es la hipocresía que las rodea.

Por otra parte, aunque esté por los suelos en términos generales, en otros ámbitos la empatía sigue luciendo en toda su brillantez. Por ejemplo, entre los muchos cooperantes que arriesgan sus vidas a diario por el puro placer -la empatía produce placer- de ayudar a los demás, como los tres secuestrados de Acció Solidaria. Se trata de los héroes de la empatía, los auténticos guerrilleros de la solidaridad actual, pero cuyo ejemplo no parece cundir.

Volviendo al tema central, la empatía es adquirida. No vale decir de una persona mezquina, soberbia y egoísta "es que él es así". Si es así, es porque le ha fallado la educación tanto en familia como en el aula; o, si no le ha fallado la educación, le ha fallado el sentido común. Como a las autoridades marroquíes y españolas que se niegan a entenderse mínimamente para solucionar la trágica situación de Aminatou Haidar.

Parece que ambas partes, la española y la marroquí, están de acuerdo políticamente sobre el Sahara Occidental, situación que puede gustar más o menos pero que es una realidad. Pero de ahí a poner en riesgo la vida de una persona que pacíficamente quiere expresar su opinión hay un trecho.

Una buena dosis de empatía básica les vendría muy bien a ambos gobiernos; empatía y, a juzgar por las incultas y groseras observaciones del ministro alauí de Exteriores, Taieb Fassi Fihri, y la embarazosa torpeza de Moratinos en este asunto, ya que no sólo se salvarían la cara frente a un mundo incrédulo por la situación creada, sino que podrían dormir tranquilos, que ahora, ojalá, no lo hacen.

La empatía, repito, es una capacidad adquirida. En este sentido, los políticos parecen unos malcriados. Deberíamos invitarles al botellón.

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