Mal teatro

Hay una ley física que no falla nunca: el odio engendra odio y se retroalimenta del odio y crece sin fin

Marcel Schwob contaba en algún sitio que acudió una vez a los ensayos de una obra de teatro. En la obra, un personaje tenía que salir a escena enarbolando un corazón humano ensartado en un cuchillo. El director de escena fue a buscar un corazón fresco de cordero, pensando que así conseguiría el mayor realismo, y el actor salió a escena con aquel corazón ensartado en el cuchillo. El efecto fue desastroso. Era un pedazo de carne sacado de una carnicería, no un corazón humano recién arrancado del pecho. El director de escena eligió entonces un pedazo de franela roja y lo ensartó en el cuchillo. Cuando el actor salió a escena con el trapo rojo, todo el mundo creyó ver un corazón palpitante. Para crear el efecto de un corazón recién arrancado no había nada mejor que un trapo de franela.

¿A qué viene todo esto? Muy sencillo, a las vergonzosas palabras que ha pronunciado Santiago Abascal en Argentina. “Llegará un momento en que el pueblo español querrá ver a Pedro Sánchez colgado por los pies”, dijo. Es cierto que los enanitos al servicio de Sánchez han corrido a alterar el significado de la frase para convertirla en una amenaza personal de Abascal a Sánchez, pero las palabras son imperdonables se mire como se mire. Por fortuna todavía estamos exhibiendo un trapo de sucia franela roja en el escenario, pero en la vida real –basta pensar en lo que pasó en los tiempos de la República– primero aparecen los trapos en forma de amenazas y bravatas y luego aparecen los corazones ensangrentados de verdad. Y lo peor de todo es que el clima de odio exacerbado lleva mucho tiempo incubándose entre nosotros. No hace falta irse muy lejos. ¿Recuerdan la época en que se exhibían guillotinas para cortarle la cabeza al rey? ¿Recuerdan al cretino que ponía una diana con la cara del rey en la televisión pública catalana –pagada con el dinero de todos– y le empezaba a pegar tiros de fogueo? Hay una ley física que no falla nunca: el odio engendra odio y se retroalimenta del odio y crece y crece sin fin. Las palabras de Abascal son execrables, sin duda, pero no es el único que ha incitado al odio como estrategia política. El famoso muro de Sánchez es otra magnífica incitación al odio.

De momento, todo se queda en trapos de franela, sí. Pero puede que llegue el día en que los trapos se conviertan en corazones ensangrentados. Ya conocemos esa historia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios