el cuentagotas

Eugenio Chicano /

Religiosidad bien entendida

EN estos días de Semana Santa, aflora con gran intensidad el sentido especialísimo de la manera de entender la religión del pueblo andaluz. Primitivo, obediente y hasta algo naïf, los andaluces tratan, conviven, se relacionan con los sagrados titulares de las cofradías a las que pertenecen -en la parroquia, en la casa de hermandad o en la calle en procesión- con una pasmosa por íntima familiaridad que los lleva al cabo del año a una vinculación casi humana con cada Cristo y Virgen elegido para su culto. El cofrade andaluz trata a sus imágenes con idéntica parafernalia que su vida misma. Las imágenes vienen habitualmente vestidas, pintadas, restauradas, utilizando ajuares para cada época del año con colores y atuendos en consonancia a la fiesta y a la fecha celebrada. Su competencia no es el rito si no la belleza. La tradición suple al misterio, la antigüedad es su garantía para al final aunar a todos en unas raíces culturales primorosas e intransferibles de un bello y limpio pueblo que "todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz".

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