Un abanico en California

Todo menos dejar que los chicos salgan de los colegios como recién acabado el maratón de Nueva York

José Rodríguez de la Borbolla, que era el presidente de la Junta de Andalucía en los viejos años en los que uno cursaba la no menos vieja EGB, dijo entonces en un alarde de optimismo que Andalucía estaba llamada a convertirse en "la California del Sur" de Europa. Es decir, en una geografía de clima benigno y progreso material y humano como ya lo era por entonces el Estado norteamericano, que de ser país hoy se colocaría como la sexta potencia mundial según su PIB. De aquellos arranques borbollistas poco sobrevivió en lo político, ni siquiera el entrañable Borbolla. A él lo laminaron, y por ahí quedó convertido en hombre de prestigio que pone un punto de color a cualquier acto de tronío con su porte aristocrático y sus famosos abanicos. Luego, tras él, llegaron los años del manolato y, más tarde, el fugaz griñanato, que acabó como acabó. Así hasta el grisáceo susanato vigente. Andalucía, siempre bajo el designio del PSOE tal como sus ciudadanos decidieron elección tras elección, no se convirtió sin embargo en California alguna, sino en una tierra en la que conviven los aciertos y los avances con errores de bulto y con graves problemas democráticos y de cohesión, dejando a esta tierra en cualquier caso en una situación de dependencia y de carestías. Necesidades como las de esos aires acondicionados que con más razón que un santo reclaman estos días de calorón los sindicatos y las asociaciones de padres de nuestro sistema educativo y que son un símbolo claro de que una cosa es la propaganda y otra bien distinta la realidad. ¿Se imaginan a los niños de Suecia acudiendo a clases sin climatizar en su crudo invierno? No, no somos la Suecia del Sur, eso está claro. California tampoco. Pero al menos podemos aspirar a algo tan sencillo como que nuestros hijos no salgan de los colegios sudados como si acabasen de correr la maratón de Nueva York. Ahí están nuestros impuestos para ello, y también se pueden arbitrar otras fórmulas para que las empresas colaboren en este fin. Cualquier cosa menos dejar a nuestros chicos así: con el abanico de Borbolla. Imaginarios californianos del Sur.

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