En estos primeros días de mayo conmemoramos el final de las guerras fratricidas en suelo europeo y el comienzo de la reconciliación y la unificación de Europa. El 5 de mayo de 1949 se fundó el Consejo de Europa y el 9 de mayo de 1950 el ministro francés Robert Schuman invitaba a Alemania y al resto de países a dar los primeros pasos hacia la unión de las economías. Desde entonces, el proceso de integración europea no ha hecho sino profundizarse hacia otras materias y ampliarse a otros Estados. En 2024 nos encontramos los europeos con grandes logros, pero también con desafíos importantes.

Entre el 6 y el 9 de junio próximo, los ciudadanos de la Unión Europea estamos llamados a elegir de nuevo a nuestros diputados en el Parlamento Europeo. A punto de finalizar el ciclo institucional de 5 años, es buen momento para hacer balance de este periodo.

En muy poco tiempo, la Unión Europea ha hecho frente a tres crisis que nunca había experimentado desde su creación: Brexit, pandemia y la guerra en territorio europeo. Hemos continuado avanzando como espacio de crecimiento, riqueza, bienestar y creación de empleo, y llevado a cabo cambios profundos, inimaginables, necesarios, pero son insuficientes ante la aceleración de grandes transformaciones que sacuden al mundo. Si queremos mantener nuestro modelo de protección social, desarrollar una transición verde y tecnológica y, además, respetar las reglas del comercio internacional, tenemos que revisar nuestro modelo de crecimiento y de producción. Como ya dijo Jacques Delors: “para ser generosos (socialmente, medioambientalmente, etc.,) tenemos que ser fuertes”. Ya vamos tarde en el diseño de un nuevo modelo económico para Europa que haga frente a países que quieren liderar el mundo en su exclusivo beneficio.

La vuelta de la guerra al continente ha supuesto uno de los mayores desafíos para la UE. La respuesta a la invasión rusa de Ucrania ha sido rápida y coordinada. Sin embargo, la falta de unanimidad respecto al conflicto de Gaza está debilitando la capacidad de mediación de la UE y su influencia en el escenario global. Ambos conflictos han revitalizado el debate sobre la necesidad de una mayor integración en el ámbito de la seguridad y la defensa, incluyendo la propuesta de la creación de un ejército europeo. La UE debe reducir su dependencia de EEUU y fortalecer su autonomía en defensa.

Si la UE quiere ser un actor global decisivo en este nuevo Orden Mundial, necesita urgentes reformas. Enrico Letta con su reciente informe sobre el Mercado Único nos indica el camino. En junio, Mario Draghi presentará su Informe sobre una nueva Estrategia de Competitividad para Europa, que ya anuncia cambios drásticos si Europa no quiere convertirse en mortal.

Una exigencia inminente es el proceso de ampliación por las negociaciones con los Balcanes Occidentales y porque la invasión de Ucrania por Rusia ha acelerado su consideración como candidato, sin olvidar a Moldavia y Georgia. Para ser miembros de pleno derecho tendrán que hacer importantes reformas. Es una ocasión para mejorar los déficits pendientes en el sistema.

Las decisiones de la UE tienen mucho peso en sus estados miembro y en sus regiones. Las políticas rurales que se deciden en Bruselas afectan de lleno a la Andalucía del interior, a nuestros parques naturales, al reto demográfico y a nuestro agro. Nuestros agricultores y ganaderos han mostrado su protesta por la encrucijada en la que nos encontramos. Lejos de negacionismos o extremismos injustificados, necesitamos una política agrícola sostenible, que garantice la riqueza para los productores y limite la burocracia y el enriquecimiento de los elementos de la cadena de valor que menos aportan.

Sobre Doñana sería imperdonable que esta joya patrimonial y natural se desvirtuase por la acción descontrolada de algunos. El acuerdo entre la Junta de Andalucía y el Gobierno de España es una esperanza para desterrar definitivamente cualquier anomalía contra uno de los paraísos que aportamos a la UE.

Sobre Gibraltar, tras el avance de las negociaciones, es fundamental la cooperación y la coordinación de políticas, incluido el uso conjunto del aeropuerto. No debemos permitirnos más disputas permanentes.

En las próximas semanas el debate electoral se centrará en Europa. Esperemos que las candidaturas nos ofrezcan sus propuestas para una Europa más integrada, más próspera, más democrática y con más peso en el mundo. Deseamos que, en este nuevo ciclo institucional europeo, Andalucía y España tengan mayor presencia y peso decisorio en las instituciones de la UE.