Tribuna Económica

joaquín aurioles

Economía de las autonomías. Paro y productividad

Entre la productividad y el empleo existe una relación conflictiva: si aumenta la primera es probable que también aumente el paro. En realidad, se trata de una falacia, cuyo origen se encuentra en el propio concepto de productividad, que refleja la relación entre el tamaño de la producción y la cantidad de factores empleados. Especial atención suele darse al factor trabajo, denominándose productividad laboral o productividad aparente del trabajo a la relación entre la producción y el número de ocupados o de horas trabajadas. De acuerdo con este concepto, el aumento de la productividad implica reducción de la cantidad de factores productivos necesarios para obtener una unidad de producto, es decir, mayor producción con la misma cantidad de empleo o una producción similar con menos trabajo.

En España el dilema se ha alimentado por la particular evolución de ambas variables en el tiempo. Durante los 80, la mayor parte del crecimiento se tradujo en importantes ganancias de productividad, con muy adversos resultados en materia de empleo. Tras la crisis de los 90, se invirtió la relación, iniciándose una etapa de fuerte creación de empleo y crecimiento prácticamente plano de la productividad, especialmente tras el cambio de siglo, que duró hasta bien entrada la crisis de 2008. A partir de entonces tuvo lugar una intensa y peculiar recuperación de la productividad, auspiciada por el fuerte ajuste de los costes de producción y el aumento de los despidos.

La historia proporciona, por tanto, coartada al dilema del paro y la productividad, pero la intuición nos dice que, si el tamaño de la economía aumenta con la productividad, el efecto sobre el empleo difícilmente puede ser negativo. Y la verdad es que existe abundante evidencia empírica sobre la estrecha relación entre productividad y estabilidad en el empleo, por ejemplo, cuanto mayor es el tamaño de las empresas, la calidad de las instituciones públicas o el nivel tecnológico. En el caso de las comunidades autónomas la evidencia es igualmente abrumadora. País Vasco, Navarra y Madrid están instaladas en los primeros puestos del ranking de productividad, tanto si se mide por trabajador como por hora trabajada, y empleo. El bloque de regiones que con alta productividad y paro reducido se completa con Aragón, Cataluña y La Rioja.

En el extremo opuesto de productividad están Andalucía, Extremadura y Murcia, las dos primeras también con las tasas de paro más elevadas del país. En situación parecida se encuentran Canarias, Galicia y Castilla-La Mancha, lo que conduce, no sólo desmontar la falacia de que las mejoras de productividad conllevan aumento del desempleo, sino que incluso invita a considerar lo contrario. La solución al dilema en comunidades como la andaluza, donde la productividad laboral está sistemáticamente a 10 puntos de distancia de la media española y a más de 25 del País Vasco, estaría en que la corrección de las diferencias en productividad contribuye a reducir las diferencias en tasas de paro a largo plazo, incluso admitiendo la posibilidad de tensiones laborales puntuales a corto plazo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios