La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Todos contra Ciudadanos

Ya nadie llama Bambi a Albert Rivera: ahora es el enemigo a batir, por distintas razones, para PP, PSOE y Podemos

No es una moda, sino el reflejo de una confluencia de intereses inmediatos entre partidos diferentes y aun contrapuestos. No se hace leña del árbol caído, sino que se replica al éxito ajeno. Por envidia y, sobre todo, porque el éxito ajeno equivale al fracaso propio. Y eso que es un éxito más presentido que real. Todos disparan contra Ciudadanos. Meterse con Ciudadanos es tendencia en la política española.

Tiene mérito porque hace sólo un año Ciudadanos parecía eternamente condenado a ser el cuarto partido nacional y, por supuesto, a ir a remolque del otro partido nuevo (Podemos). Ahora todas las encuestas pronostican que superará a los podemitas a nivel nacional, que Albert Rivera está mejor valorado que Pablo Iglesias y que la idea de una Generalitat gobernada por Inés Arrimadas ha dejado de ser una ocurrencia. "Ladran, luego cabalgamos", podrían decir Arrimadas y Rivera.

Porque son ladridos los que han dedicado a C's sus competidores en los últimos tiempos, especialmente tras haber roto el tabú del cupo vasco y erigirse en alternativa real al secesionismo catalán. El presidente del PNV comparó al partido centrista con la Falange Auténtica, la número dos del PSOE hizo el chiste fácil con el apellido Rivera (Albert junto a José Antonio Primo de Rivera, fusilado hace ochenta años), es conocido que para Iglesias estamos ante el candidato del Íbex 35 y de la ultraderecha y el jefe del PP vasco lo acusa de representar el peor nacionalismo español.

En fin, ya nadie llama a Rivera Bambi, blandito o falto de ideología. Al fin lo ven como un competidor y una amenaza. Tanto PP como PSOE y Podemos tienen razones para ello. Ciudadanos fue quien primero sugirió la vía de salida al desafío separatista (artículo 155 y elecciones), ha sido el principal impulsor del españolismo cívico, ha adelantado a los podemitas como espoleta de las exigencias de reforma que la crisis desató en la sociedad española, disputa con ventaja al PS de Cataluña la hegemonía del bloque constitucionalista y representa en todo el país una opción moderada capaz de atraer a las clases medias urbanas atrapadas entre el PSOE desnortado y el PP corrupto. Es el enemigo a batir.

Dos matices. Uno, que Ciudadanos ha sido hasta hoy un partido que saca mejores resultados en las encuestas que en las urnas. Dos, que estando fuera del poder es más fácil la firmeza en asuntos controvertidos (como el Cupo vasco). No hay responsabilidad.

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