La ciudad y los días

Carlos Colón

Cosa de Historia y de bien nacidos

Que Felipe González merece ser nombrado Hijo Predilecto de Sevilla lo dicen la Historia y esa virtud de los bien nacidos que es ser agradecidos. Lo dice la Historia porque fue quien integró el PSOE en la moderna socialdemocracia europea tras el congreso de Suresnes; uno de los arquitectos de la Transición que hizo posible el milagro político de pasar en paz de una larga dictadura a una democracia; el primer presidente andaluz del Gobierno de España -y único en nuestra reciente historia democrática- desde Niceto Alcalá Zamora y Diego Martínez Barrios, y el primero de izquierdas desde las elecciones de 1936; el presidente de la normalización democrática, completando la tarea iniciada por Adolfo Suárez, y el que representó el cumplimiento del viejo sueño de la definitiva integración de España en una Europa y un mundo que se citaron en Barcelona y en Sevilla en 1992. No todo fue perfecto en sus mandatos, sobre todo en los dos últimos. Pero la política es el arte de aspirar a lo mejor dentro de los límites de lo posible; y la perfección sólo es exigible a los santos, no a los políticos.

En cuanto al agradecimiento, es difícil ser sevillano bien nacido sin ser agradecido para con el único presidente del Gobierno de España que ha dado preferencia a Sevilla en cuestiones fundamentales -como el AVE o la Expo- que han transformado las vidas cotidianas de cientos de miles de sevillanos.

Pese a ello el acuerdo finalmente logrado entre el PSOE y el PP para nombrarlo Hijo Predilecto de Sevilla se ha malogrado por la oposición de Torrijos y del exiguo grupo municipal de IU, del que la historia local dirá algún día que nunca tan pocos votos (y tanto apetito de sillón por parte del alcalde) dieron tanto poder a tan nefastos gestores. Peor para ellos. Es imposible negar la Historia; y Felipe González es quien es con o sin el nombramiento de Hijo Predilecto. ¿De cuántos sevillanos guardará memoria la Historia de la España del siglo XX? Pues eso.

Aunque tampoco debe extrañar esta actitud en IU, que formó la pinza con el PP y los medios de comunicación más conservadores para derribar a González. Así lo reconoció Ansón: "Había que terminar con Felipe González, ésa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. (…) González era un hombre con una potencia política de tal calibre que era necesario llegar hasta el límite. (…) La cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a González con otras armas" (Tiempo, febrero de 1998). Nada nuevo, por lo tanto, lo de IU.

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