El puchero

Teresa Santos Tsantos@malagahoy.es

El Guadalhorce

SERÁ por lo que me queda aún de gravedad castellano-leonesa, que siempre he admirado ese saber vivir el presente de la comunidad andaluza. Todo resulta más ligero si no se tiende a medir permanentemente el pasado para que no se vaya a escapar ninguna previsión de cara al futuro. Tanta y tanta previsión puede acabar anulando la posibilidad de disfrutar minuto a minuto. Sin embargo, todo tiene su límite.

A nivel individual, situarse exclusivamente en el presente puede ser una estupenda terapia de supervivencia cuando apenas si se puede influir para que las cosas mejoren, pero empeñarse en no ver más allá de lo que ocurre hoy para evitar dolores de cabeza, puede ser, como contraste, catastrófico.

"Nadie cree que esto va a volver a pasar". Una afirmación que ayer repitieron algunos vecinos que han construido su casa en una zona inundable cercana al río Guadalhorce.

Es como una amnesia selectiva. Mejor olvidemos lo que ocurrió en los años 1989 y 1990. Olvidemos también que en el Valle del Guadalhorce no hace falta que se repita un fenómeno de gota fría para que llueva intensamente durante horas. Sólo es necesario, como ocurrió ayer de madrugada, que una baja presión en superficie confluya con el choque de vientos de levante y del suroeste para que se instale la inestabilidad. Mejor olvidemos que los pantanos tienden a desembalsar agua para mantener su nivel de seguridad aun a riesgo de que los ríos se desborden.

La consecuencia de tales cotas de amnesia se repite cada vez que el temporal arrecia sin que de la experiencia se saquen lecciones de futuro. Familias que pierden sus enseres, grupos de rescate que no paran hasta poner a salvo a personas que quedan atrapadas por el agua o incomunicadas.

No estamos hablando de un desastre natural. Hablamos de situaciones propias de un clima como el nuestro, el mediterráneo, donde se suceden, sin necesidad de cambio climático, periodos de sequía y de lluvias intensas o torrenciales.

Como dato significativo, es de destacar que el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga, en siglas el Potaum, haya recogido que la posibilidad de inundación forma parte del sistema, razón por la que regula en su artículo 75 cuatro zonas distintas de riesgo. También el Potaum indica que se tiene que avanzar en el deslinde del dominio público hidráulico para definir al detalle los límites de las zonas inundables.

Se me abren las carnes pensando que el Potaum se firma en julio de 2009, momento en el que hay que avanzar en el deslinde. A estas alturas. Siglo XXI.

Parece que la amnesia no es particular sólo de algunos vecinos de zonas inundables próximas al cauce del Guadalhorce. Alguien ha podido dejar de hacer su trabajo sin que nadie le pida cuentas o, lo que es peor, tal vez ni se ha pensado que tener acotado el deslinde cuanto antes fuera algo absolutamente prioritario. Qué frustración.

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