Señales de humo

José Ignacio Lapido

Mapa

LA era de los grandes viajeros y exploradores, previa a la conquista del espacio, terminó hace muchos años. A lo largo de los siglos, un puñado de hombres intrépidos ensancharon con su determinación los horizontes de la humanidad. Marco Polo, Colón, Vasco de Gama, Magallanes, Cook, Livingstone, Amundsen… Ninguno de ellos hubiese llegado a su destino sin una somera anotación cartográfica que guiara sus pasos, aunque fuese errónea. Como le ocurrió a Cristóbal Colón, que, creyendo que iba a las indias supuestamente guiado por un mapa del italiano Toscanelli, se topó con el continente americano.

La ministra de Igualdad, a falta de otras tareas en las que ocupar su tiempo, ha debido pensar que aún quedaba un gran viaje exploratorio por hacer. Como estamos en tiempos de crisis y no hay fondos para fletar un cohete a Marte, Bibiana Aído ha resuelto que un viaje al interior de nuestro propio cuerpo es lo deseable, por disponibilidad presupuestaria y por inmediatez en los resultados. Y para que nadie se pierda en el periplo ha subvencionado con 26.000 euros la realización de un mapa ad hoc: Mapa de excitación del clítoris. Sensacional título para una idea genial.

Los que piensan que tal empeño era innecesario se equivocan. El clítoris, como en su época lo fueron las Fuentes del Nilo, es un gran desconocido. Hasta tal punto que en los años 70 se corrió el infundio de que Linda Lovelace, protagonista de Garganta Profunda, tenía el clítoris en las inmediaciones de la campanilla. Y hasta allí se adentraban enhiestos los falos más grandes de Hollywood. "¡¡Tierra!!", gritó Rodrigo de Triana a bordo de la carabela La Pinta al avistar las costas americanas. "¡¡Aaahhh!!", gritarán al unísono las españolas que lleguen al orgasmo internándose en solitario por los territorios erógenos ahora cartografiados.

El acierto de hacer un mapa de esa terra incognita que es la jungla genital nos parece por tanto indiscutible. Otra cosa es que esa benemérita labor se haga con dinero público. Qué quieren que les diga, yo prefiero que se le den 26.000 euros, que al fin y al cabo es calderilla presupuestaria, al cartógrafo oficial del clítoris que a dos millones y medio de euracos a la fundación de Aznar, como acaba de hacer el ministerio de Cultura. ¿Qué ha hecho la FAES por la felicidad de los españoles? Nada. Tan sólo anuncios apocalípticos que nunca se cumplen. Además es contradictorio subvencionar una fundación ultraliberal que aboga por prohibir las ayudas estatales a la cultura, ¿no les parece?

Se suele decir que gobernar es elegir prioridades. Animemos desde aquí a la ministra Aído en su incomprendida labor por conseguir igualdad entre los géneros. ¿Para cuando un mapa de excitación del glande?

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