Editorial

Podemos lleva a IU a la agonía

ESTÁ por ver el efecto del fenómeno Podemos en la escena política española, que sólo podrá calibrarse cuando el nuevo partido participe en unas elecciones de ámbito nacional y se mida a los partidos tradicionales -la llamada "casta"- en unos comicios más decisivos y trascendentales que las elecciones al Parlamento Europeo en las que irrumpió el flamante grupo de Pablo Iglesias. En cambio, ya se están comprobando, aun sin urnas, las consecuencias de la aparición y el avance de Podemos en el terreno de la izquierda radical, prácticamente monopolizado desde hace veinte años por la coalición Izquierda Unida: un retroceso constante en las expectativas electorales, pérdida de protagonismo en la política española, crisis interna y fuga de dirigentes y cuadros en pos de la nueva formación. La consolidación de Podemos como novedosa oferta electoral nacida de la rebelión del movimiento de los indignados y alimentada por la crisis y la corrupción de la política tradicional ha generado en IU una sensación de desconcierto y ha dividido a sus líderes y militantes. Un amplio sector emergente se ha decantado abiertamente por converger con Podemos y sumarse a la ola de radicalismo triunfante que encarna en este tiempo de crisis del sistema, aun a costa de diluir la identidad propia en un colectivo que desborda a la coalición, mientras que la vieja guardia, sin negarse a pactar con el partido de Pablo Iglesias y otros grupos a la izquierda de la socialdemocracia, defienden la continuidad de IU, sus siglas y sus estructuras. Este debate ha producido ya la división más grave de las registradas por IU y la sustitución del propio coordinador general, Cayo Lara, por el joven Alberto Garzón, identificado con los que apuestan por pactar con Podemos. De hecho, los candidatos designados por IU para las elecciones municipales de Madrid y Barcelona han aceptado integrarse en listas unitarias en las que también figura Podemos renunciando a las siglas y asumiendo una posición subalterna. La dirección federal, mientras tanto, se encuentra superada por estos acontecimientos y se muestra incapaz de poner orden en el desbarajuste, probablemente porque ella misma se halla en situación de transición y escindida en la lucha por la supervivencia que el factor Podemos ha traído a la coalición. Sin haber sido ratificado por las urnas -más que en el destello inicial del Europarlamento-, Podemos, cuyos dirigentes están viendo además cuestionada su credibilidad, no anda lejos de conseguir el vaciamiento y la agonía de la tercera fuerza política española. Nada de esto es irreversible, pero el riesgo que corre Izquierda Unida está fuera de toda duda.

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