La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Razones contra la amnistía (y II)

¿Qué podíamos hacer ante argumentos tan potentes de líderes tan solventes, patriotas y desinteresados Creerles

La amnistía es claramente inconstitucional. Implanteable. Porque la amnistía es el olvido. Al Partido Popular se les escapó Puigdemont. Hay que traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia. Nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Hay que trabajar para que el sistema judicial español pueda juzgarlo con todas sus garantías.

Si solamente se puede hablar de autodeterminación y de amnistía, ¿eso es un diálogo, una negociación o una imposición?

Para el independentismo, el referéndum y la amnistía es su propuesta, pero ni el referéndum ni la amnistía son posibles.

El independentismo lo que pide es la amnistía, que el Gobierno, desde luego, no va a aceptar porque no entra en la legislación ni en la Constitución.

¿Qué pedía el independentismo? Pedía la amnistía y pide un referéndum de autodeterminación. No han tenido amnistía, no hay referéndum ni lo habrá.

A diferencia de la amnistía, claramente inconstitucional, que se reclama desde algunos sectores independentistas, el indulto no hace desaparecer el delito.

Puigdemont está más cerca de rendir cuentas ante la Justicia española.

Hay que dejarse de paños calientes: el ciudadano Puigdemont debe presentarse ante la acción de la Justicia. La amnistía no está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico.

Hay una piedra angular en cualquier democracia, que es el respeto al Estado de Derecho. La amnistía no es factible desde el punto de vista del respeto al Estado de Derecho e incumple esa condición.

Todas las ideas precedentes, prácticamente literales, fueron expresadas en los últimos años o meses por Juan Carlos Campo, Pedro Sánchez, otra vez Pedro Sánchez, de nuevo Pedro Sánchez, más Pedro Sánchez, Pedro Sánchez, más Sánchez, Juan Carlos Campo, Félix Bolaños, Pilar Llop, Fernando Grande-Marlaska y Salvador Illa, respectivamente. ¿Qué podíamos hacer los ciudadanos de a pie ante argumentos tan potentes a irrefutables repetidos por gobernantes y líderes tan preparados, solventes, patriotas y desinteresados? Pues creerlos y secundarlos a pies juntillas y pronunciarnos, cada vez que podíamos, contra la amnistía.

Desde el 23 de julio pasado, por la noche, ellos nos han dejado con el culo al aire. La amnistía, que era mala y era imposible, ya está aquí. Y sin pasar por las urnas.

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