La tribuna

juan Ramón Medina Precioso

¡Salvad al Barça!

Amedida que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) va emitiendo nuevos informes y recomendaciones se van concretando las aspiraciones de los secesionistas y saltan al aire algunas dudas y objeciones. Acaso todas tengan solución excepto, para mi gusto, una a la que no le encuentro salida: el futuro del fútbol catalán. Esa pega es de tal calado que puede dar al traste con todo el proceso secesionista. Concretemos.

La forma de Estado elegida es la república, alejándose así de los prudentes escoceses, que no paran de elogiar a la reina Isabel. De forma incongruente, se pide que Felipe VI, encarnación de la monarquía constitucional y símbolo de la unidad y permanencia de España, medie a favor de la disgregación de su reino y de la implantación de una república. No lo considero viable, pero tampoco grave.

El territorio a separar es, según unos, el catalán, aunque según otros habría que añadir Valencia y las Baleares, es decir, los llamados Países Catalanes. En rigor y aunque allí ya casi nadie hable catalán, habría que añadir la Cataluña del Norte, ahora oprimida por Francia. La ANC aconseja que, por ahora, esa opción se limite a los mapas meteorológicos de TV3 porque materializarla podría sembrar la división entre los secesionistas y crear alarma internacional. Pero la duda ya está sembrada.

El idioma oficial único sería el catalán, aunque se prestaría especial atención al español. De hecho ya se le viene prestando esa atención especial: no hay forma de estudiar nada en español en el sistema público y no cabe suponer que las cosas irían mejor tras la independencia. No obstante, sería manejable la pega, igual que lo sería, aunque a lo mejor España tuviese algo que decir al respecto, que durante varias décadas los recién segregados gozarían de la doble nacionalidad, española y catalana. Todo idílico, pero unilateral.

El sistema judicial sería exclusivamente catalán, tanto en lo civil como en lo penal. La duda de qué ocurriría en el período necesario para elaborar los pertinentes códigos y llenar las plantillas de jueces y fiscales sólo la plantearán los de siempre, mientras que los famosos inmersos en procesos ya abiertos se limitarán a pedir que los plazos de prescripción sigan corriendo. ¿Y una amnistía general para celebrar la independencia? Al parecer no se les ha ocurrido todavía. Manejable.

Naturalmente, habría una Hacienda catalana, eso sí, con grandes ventajas para los segregados: no asumirían ninguna parte de la deuda pública española porque ya se ha quedado España con jugosos impuestos de los catalanes, pero reclamarían la sexta parte del patrimonio público para Cataluña. La ANC aconseja dejar de hablar del España nos roba porque eso molesta en la Unión Europea, pero no de prescindir del concepto al concretar el reparto de la herencia. Manejable: siempre nos quedará el Museo del Prado.

La nueva nación catalana formaría parte de inmediato de la Unión Europea o, todo lo más, a los pocos años de su nacimiento y durante todo el tiempo su moneda sería el euro. El motivo es que la primera interesada sería la propia Unión Europea, ya que Cataluña sería un contribuyente neto. Aquí hay que tentarse la ropa: quizás ese argumento anuncie un futuro Europa nos roba en cuanto se pidieran las balanzas fiscales europeas, pero eso sólo ocurriría después de algunos años. Manejable. Puesto que en Europa hay líneas divisorias pero no fronteras, tampoco las habría con España ni con Francia: la libre movilidad de personas y mercancías estaría asegurada de antemano, sin aranceles ni colas a la gibraltareña. De nuevo, lo que España tuviese que decir no cuenta. Manejable.

Y llegamos a lo que puede parecer más espinoso: el ejército catalán. Ha despertado desapego e hilaridad la propuesta de formar una Armada que proteja las costas catalanas (aunque frontera, lo que se dice frontera, no habría), un servicio de inteligencia con agentes muy inteligentes (de otra forma no sería un servicio de inteligencia) y, por si las moscas, un cuerpo preparado para los sabotajes y la guerra de guerrillas. No entiendo yo el desdén: no se concibe un Estado sin un sistema de defensa y pensar que Francia, como hace en Mónaco, o el Reino Unido, como en tiempos de Felipe V, se podrían hacer cargo de la defensa catalana no es realista. Menos aún que la tarea correspondiese a España, por más que Cataluña siguiese en la OTAN. Se aconseja no hablar de este tema porque todo el proceso debe ser festivo y pacífico, a base de cadenas humanas y castellets, pero a la bicha ni mentarla. Y, sin embargo, la bicha está ahí, como en todo proceso secesionista.

Lo más grave: los equipos catalanes tendrían que jugar en la Liga española o en la francesa, como ya hace el Mónaco. Claro que en el Principado sólo está ese equipo mientras que en Cataluña hay muchos: es poco realista pensar que las competiciones francesas acojan a varias decenas de equipos catalanes de diversas categorías. Además, es un signo fuerte de debilidad renunciar a una liga catalana, pero es que hasta la ANC sabe que sería difícil que el Barça subsistiera a su alto nivel actual en una liga sólo catalana. Si eso no se solventa, veo en peligro el plan secesionista. Tienen que ingeniárselas para salvar al Barça.

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