Se queda para presidir el Gobierno y amenaza hacerlo “con más fuerza aún”. Y apela al deseo de la “mayoría social”. La patochada de la reflexión no ha sido más que una maniobra pueril propia de un inestable psicópata narcisista. Un punto y aparte –ha dicho– para acabar con la polarización y los malos modos existentes en la política. Y lo dice con una caradura inaudita. Lo dice quien nos puso a la mitad de los españoles, que no estamos de acuerdo con su gobierno, en la fachosfera. Lo dice quien fue el primero en insultar al oponente en un debate llamándole “indecente” sin prueba alguna de nada. Lo dice quien ha levantado un muro entre españoles. Lo dice quien, en el Parlamento, se ha reído a carcajadas del jefe de la oposición que, por otra parte, ganó las elecciones. Lo dice quien ha señalado a periodistas y medios por diferir de él. Lo dice quien está desacreditando y acusando de prevaricación a los jueces. Lo dice quien, preguntado en el Parlamento por asuntos de Gobierno, contesta, al igual que todos sus ministros, con “Ayuso dimisión” por cosas de su novio que nada tienen que ver con el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Se queja el “puto amo” de que se investigue a su mujer, pero lanza a las instituciones gubernamentales contra el novio de Díaz Ayuso. “El puto amo” no ha dado nunca una explicación a los españoles sobre asuntos que afectan a España e hipotecan su futuro. Nadie ha definido mejor a Sánchez que el ministro Oscar Puente. Para ignominia de los socialistas militantes y afines al PSOE, su líder es “el puto amo” convirtiéndoles en “putos lacayos”. Es como para echarse a temblar con lo que nos viene a partir de ahora. España se queda gobernada, no por un presidente de todos los españoles, sino por el “puto amo” que amenaza con gobernar con “más fuerza aún”. O sea, terminar con lo que él y sus socios de la ultraizquierda pretenden: controlar todas las instituciones del Estado (algo que prácticamente tienen hecho), controlar la prensa (ya tienen un 50%), controlar las empresas y controlarnos a todos los españoles.

Pedro Sánchez se ha atribuido la democracia. Entiende que la mayoría aritmética en el Parlamento es la democracia y es plenipotenciaria y eso le convierte en el “puto amo”, importándole un bledo que esa mayoría aritmética la consigue a costa de comprar a los partidos separatistas, lo que ha creado una desigualdad entre españoles impropia de la esencia del propio PSOE.

Salir con un discursito de niño bueno, muy democrático, apelando a la distensión y el respeto, cargando todas las culpas a la oposición, es hipócrita y provocador. Apelar a “la mayoría social” para cambiar el rumbo político, es poco menos que pedirnos a todos los españoles que aplaudamos sus políticas de “puto amo”. Si la “mayoría social” a la que apela son los cuatro gatos que estos días han salido en su apoyo, esto de su dimisión y su cariño a Begoñita es una tomadura de pelo monumental. Pedro Sánchez ha perdido la oportunidad de continuar como presidente dando un giro hacia una política seria y democrática; comenzando por pedir perdón por todas las mentiras que ha contado, derribando el muro que ha creado entre españoles y dando explicaciones de todo lo que se le pregunta. De esa forma habría sido un buen punto y aparte. Con lo que ha hecho solo ha conseguido empeorar la situación. Lo que le convierte en un gobernante aún más peligroso para la democracia en España.

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