UN año sin el jeque en Málaga. Doce meses en los que su imagen se ha ido empequeñeciendo para el aficionado al mismo tiempo que el equipo se resituaba en la Liga tras dos años históricos para el club y para la ciudad. Casi 17 millones de euros gastados en el primer verano de fichajes, así como otra ración importante de dinero en obras caseras en La Rosaleda y el estadio de atletismo, la otra nueva casa blanquiazul, daban fe de la dimensión inicial del proyecto. De forma paralela Abullah Al-Thani ponía sus miras en La Bajadilla y en la Academia de Arraijanal mientras el subjeque Abdullah Ghubn atizaba a todo aquel que osara mancillar la imagen del Málaga para éxtasis de parte de la afición. Todo era de película hasta que un verano el propietario del Málaga decidió cerrar su chequera. Sólo él conoce los motivos de ese cambio de rumbo, pero lo cierto es que su figura sigue siendo demasiado enigmática para una ciudad en crisis que sucumbió a sus encantos, a sus coches y, lógicamente, a sus dólares. A Abullah Al-Thani se le podrán criticar muchas cosas, que construyó un imperio futbolístico sin una sólida base -Pellegrini llegó a confesar en su despedida que en Málaga nunca había habido un proyecto-, sus vergonzantes mensajes apocalípticos en las redes sociales, su huida de la ciudad mientras a los jugadores adeudaba sus nóminas... Demasiados interrogantes pese a que la situación económica en el club se ha normalizado gracias, en parte, a la venta de todos sus jugadores más codiciados. Pero cuando pasen los años los aficionados se acordarán de que gracias a Abullah Al-Thani pudieron ver en La Rosaleda a jugadores como Toulalan, Joaquín, Isco, Cazorla, Caballero o Demichelis. Que viajaron por media Europa de gesta en gesta y que por unos meses se pasearon con orgullo por San Siro, Do Dragão o el Signal Iduna Park. Aquella noche, en Dortmund, el sueño se quebró y el jeque comenzó a pasar página.

Tres años después de su aterrizaje en la ciudad su figura siendo una incógnita. ¿Ha salvado al Málaga o lo está condenando? Sólo él lo sabe.