La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Nueve anomalías españolas, nueve

El ahora candidato, para que le salgan las cuentas, mete en el bloque progresista a un partido xenófobo y antiespañol

Ninguna invalida la democracia española ni daña su calidad hasta el punto de ponerla en peligro, pero tomadas en su conjunto e interacción nos distinguen –para mal– en el mundo occidental y son tóxicas y peligrosas para el futuro. Son las siete anomalías democráticas más evidentes.

Una. El principal partido de la oposición deslegitima al principal partido del Gobierno desde el minuto uno, le niega el pan y la sal, nunca le apoya en sus decisiones más importantes. Dos. El principal partido del Gobierno, que es de izquierdas, ha metido en el bloque progresista a la derecha nacionalista –¿qué tiene de progresista el nacionalismo rico?– y, ahora, también al nacionalismo independentista xenófobo y antiespañol. Tres. La vicepresidenta del Gobierno de la nación agasaja y le pide apoyo a un huido de la Justicia humillando al Poder Judicial. El presidente busca un propio para que se haga la foto de la negociación con el mismo prófugo. Cuatro. El principal partido de la oposición tiene paralizado el órgano de gobierno de dicho Poder Judicial, y colapsados parte de los más altos tribunales, para no perder su influencia en los mismos. Cinco. La vicepresidenta ya citada por su visita al prófugo es la misma que se niega a reunirse con el primer candidato a la investidura propuesto por el Rey, el que más votos obtuvo en las urnas. Seis. El presidente en funciones rechaza replicar al primer candidato en el debate de investidura y delega en un servidor agresivo y mitinero, humillando al aspirante y despreciando a sus numerosos votantes. Siete. El segundo candidato, actualmente presidente en funciones, tiene que convencer al Rey de que cuenta para lograr la mayoría que necesita con varios aliados que no se dignan a reunirse con el jefe del Estado porque resultan ser antimonárquicos y enemigos del Borbón. Ocho. Un poco antes de ahora, el presidente del principal partido de la oposición lleva años desgañitándose en favor de que gobierne la lista más votada, pero hace un paréntesis cuando se da cuenta de que en las autonómicas de Extremadura la lista más votada es la del adversario y entonces cambia de criterio. Nueve. El presidente se apresta a seguir con unos aliados que están abiertamente en contra de su actuación más destacada y justa en política internacional (la defensa de Ucrania, la condena a Rusia).

Me falta espacio para unas cuantas anomalías más de la democracia española.

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