La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Por el bien de España

La amnistía no se contempló hasta que Sánchez echó de menos los votos de Junts, no fue por el interés de España

La amnistía que viene sería menos inaceptable si no fuera sobrevenida. Si no hubiera sido negada una y mil veces por Pedro Sánchez y sus ministros hasta la noche del 23-J. Si se hubiese propuesto a los españoles durante la campaña electoral como la única solución al conflicto catalán, la mejora de la convivencia y el encaje institucional de la pluralidad de España.

No fue así. La idea de conceder una amnistía –la buena, la que será constitucional y legítima– solamente surgió cuando Sánchez hizo números tras perder las elecciones y resultó que le faltaban unos cuantos votos para repetir como presidente del Gobierno. Votos que, por azar, controlaba el principal beneficiario de la futura media de gracia. Lo demás es literatura de ocasión, propaganda, relato manipulado para enmascarar un fraude que borrará los delitos que cometieron los independentistas, humillará a los tribunales que los condenaron, deshará el principio constitucional de igualdad ante la ley y hará confesarse como opresor al Estado democrático. Como poner el mundo al revés.

Todo, por siete votos. En su comparecencia en la radio de Alsina, trufada de extravagancias y tergiversaciones de la historia reciente, Rodríguez Zapatero –el único socialista que puede pronunciar la palabra amnistía con permiso de Sánchez– defendió que esta mutación del PSOE no obedece a una ambición desmedida del actual presidente, sino a su responsabilidad y sentido de Estado. “Cuando ya has sido presidente, lo único que te mueve es el bien de tu país”, vino a decir ZP.

El argumento, socorrido y banal, ignora la condición humana. La infinita capacidad de autoengaño de todas las personas. También de los políticos. No se conoce ningún líder que no crea que lo mejor para su nación es que la gobierne él y que no identifique su interés individual y de partido con el interés de partido. Ninguno. Le pregunto al docto Zapatero: ¿De verdad lo que le conviene a España es un gobierno de coalición con un socio populista integrado por unos quince partidos, con ministros que rechazan en público la política internacional de su presidente, respaldado por tres partidos periféricos cuya máxima vocación con respecto a España es abandonarla, una mayoría precaria sometida a chantaje ante cada ley y cada presupuesto, con imposibilidad de satisfacer las exigencias contradictorias de los chantajistas y con la economía enfriándose y la vuelta a los ajustes fiscales?

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