El desenfoque

raquel / Garrido

No caigamos en el error

LOS expertos en economía y vivienda andan últimamente satisfechos con el hecho de que el mercado inmobiliario vuelva a resurgir de sus cenizas, cuan Ave Fénix. Parece que el número de compraventas se está reavivando y eso en principio es una buena noticia porque supone que una parte de la economía se vuelve a reactivar tras varios años consecutivos de desplomes por la recesión económica. Las miles de viviendas nuevas y, sobre todo, usadas que conforman el mercado inmobiliario tienen de nuevo salida como demuestran los datos dados a conocer ayer por el Instituto Nacional de Estadística, que corroboran que sube el número de operaciones y baja estrepitosamente el precio de la vivienda. De hecho, desde los valores máximos alcanzados en 2007, se calcula que se ha reducido de media más de un 40%. Y ante ese dato es inevitable que uno se pregunte por qué se engañó vilmente a tantas y tantas personas que compraron una vivienda a precios disparatados hipotecadas de por vida por los bancos antes de que la crisis económica nos devolviera de golpe a la más dura realidad. Esto me lleva a pensar que realmente antes de 2007 estaba bien visto por todos, por supuesto para alegría de los bancos, que por una vivienda se pidiera el precio que fuese pese a saber que no lo valía y que en algunos casos difícilmente el comprador iba a poder terminar de pagar. Ya creo que pocos dudan que el sector de la construcción y los bancos que auparon ese boom inmobiliario tuvieron una gran responsabilidad en lo que ha venido después. Viviendas embargadas, desahucios, familias endeudadas de por vida... Por supuesto, que todos fuimos responsables de permitir que aquello ocurriera, que se inflaran los precios hasta tal punto que terminó explotándonos en la cara. Pero una vez comprobado que el sector vuelve a tomar impulso y a recuperarse tras tantos años de penurias, aprovechemos esa oportunidad para hacerlo bien. No caigamos en el mismo error que nos llevó a una situación tan delicada. La pelota está en el tejado de los bancos, convertidos desde hace algunos años en las grandes inmobiliarias de este país. La Costa del Sol es un buen ejemplo de lo que no se debe repetir. Viviendas sin terminar, urbanizaciones enteras abandonadas por la quiebra del promotor, otras muchas vacías y sin vender incapaces de entrar en un mercado saturado y sin clientes potenciales. El daño ya está hecho, pero confío en que no tropecemos otra vez en la misma piedra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios