El puchero

Teresa Santos

Al final caminas solo

OCURRE a veces que los discursos y las ideas van por un camino y la realidad por otro. Estamos hartos de oír hablar de conciliar el trabajo y la familia, y esa es una posibilidad que cada vez parece alejarse más. Los tiempos no corren a favor de los derechos ya adquiridos y, mucho menos, de aquellos otros que se ven con recelo por quienes todo lo pasan por el filtro de la rentabilidad.

Hay quien plantea que lo importante es aprender a optimizar la utilización de nuestro tiempo de trabajo para que los buenos resultados hagan posible esta conciliación. Suena a trampa diabólica. ¿Cuándo son buenos los resultados?

Hace unos días me recordaba José Cabrera, comisario de policía ya retirado, que cuando se tiene un jefe que no ha pisado la calle, y suele ocurrir de vez en cuando, lo único que cuentan son los resultados, lo demás son solo gastos en dietas y tiempo perdido.

Viendo hoy a José Cabrera, uno de los hombres que formó parte del grupo Costa del Sol, a finales de los 70, uno de los investigadores que ayudó a desmantelar la mafia turca años después, lamentar no haber empleado más tiempo a su familia, las cosas toman otra dimensión. Y es que la necesidad de tiempo para las cosas propias parece que solo se ve cuando se cesa en la actividad profesional, cuando se puede mirar el mundo con cierta perspectiva.

José Cabrera, que lleva tiempo soportando admirablemente una dura enfermedad, sabe que gentes como él han hecho época, pero desde su sabiduría actual se pregunta: ¿para qué tanta entrega?

En su casa, en la década de los ochenta, podían estar sin verlo varios días.

El grupo mítico Costa del Sol trabajó sin medios, a base de echar horas en seguimientos, utilizando informadores, nunca quiere hablar de confidentes, y teniendo mucho cuidado de no traspasar la barrera, de no caer en ninguna irregularidad, ni tan siquiera para sacar adelante un servicio. El fin no justifica los medios, por mucha presión que llegue desde fuera.

José Cabrera se entristece cuando recuerda casos recientes de investigadores investigados por ayudar a un informador para resolver un servicio.

No merece la pena, se dice, y en una larga tertulia que mantenemos en el salón de su casa aloreña añade "se lo tienen que grabar en la mente los que empiezan. No hay que excederse en nada. Al final caminas solo".

Yo sentaría en ese salón junto a José Cabrera, ya en la antesala electoral del 22 de mayo, a algunos de nuestros políticos, aunque solo fuera para volver a recordar eso de que "el fin no justifica los medios".

Nuestra clase política tiene padecimientos parecidos a la de los investigadores. Se le exige tiempo y entrega sin limites y además, cómo no, resultados.

Solo así se pueden entender sus discursos. Seguramente si pudieran oírse con perspectiva, habría muchas frases que no volverían a pronunciar.

Sobre todo, porque como bien dice José Cabrera, "al final caminas solo".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios