La tribuna

Joaquín L. Ramírez Rodríguez

La gazapa

ES gazapa voz que dice de mentira o embuste y es en gazapas donde ya hace más de un año que Rodríguez Zapatero -ZP- anda inmerso cuando comunica y expresa a los ciudadanos sus muy particulares diagnósticos y pronósticos económicos y sociales. De nada vale ya que refiramos con empirismo cuánta razón tenía Manuel Pizarro y con cuanta falsedad le repuso Pedro Solbes cuando, con motivo de la celebración de las elecciones generales, ambos debatieron ante la audiencia televisiva española.

Es economía gruesa palabra que parece referirse a frías cifras que no interesan demasiado a los más de los mortales, pero hoy sabemos todos que su contenido es más complejo y sus consecuencias de afectación generalizada. Y, desde luego, no es el conocimiento económico susceptible de ser asido en una tarde, aunque la docta lección sea impartida por el profesor Jordi Sevilla y el alumno sea primer ministro. A la vista está que no hay en marcha receta, medida o respuesta adecuada que frene las consecuencias de la grave crisis económica y financiera que hoy asuela nuestro sistema y diezma los puestos de trabajo.

Servida está la situación y la dificultad para abordarla. Servidos los análisis y los nefastos augurios. Servidas las escasas, particulares y discutibles medidas que con un disperso razonamiento han transitado desde los concretos y millonarios respaldos a la banca para paliar remotamente el problema financiero, hasta la libranza de unos fondos con destino municipal de expresada vocación creadora de puestos de trabajo. Ausentes están, por tanto, las medidas reformadoras de reglas, condiciones o sistemas que adapten el mercado, las empresas y el Estado a las circunstancias que hoy de modo tan evidente está agrediendo el interés general.

Es tributo ideológico y, por lo visto, conveniente expresión que el presidente del Gobierno manifieste una y otra vez que preservará y garantizará el cobro de las percepciones por desempleo para aquellos que pierdan su puesto de trabajo. Es una obviedad reiterar que las leyes y los resortes del estado de bienestar siguen vigentes, pero es descorazonador que el objeto de preocupación de ZP sea sólo la respuesta gubernamental, ante la pérdida de la ocupación remunerada, y no el deseable y esencial objetivo de apuntalar y mantener los empleos que hoy aún lo son. Y es que es muy insuficiente, parcial e incompleto trabajar sólo en esa línea de "… pagaremos la percepción a los parados…". Y lo es por dos motivos, el primero porque supone inacción y cierto grado de resignación, ante la terrible oleada de parados que representan, cada uno de ellos, el comienzo de un drama familiar y social. Y el segundo porque -ante tanta frase digna del máximo responsable gubernamental que, cree él, le deja en buen lugar al exhibir su sensibilidad y bonhomía- sólo se trata de un acto paliativo, puesto que la asignación económica al parado lo es por un plazo determinado de tiempo que, a lo que se, va a ser insuficiente ya que anuncia un abismo salarial tras los dieciocho o veinte y cuatro meses que las normas prevén.

Luchar por el empleo, pues, pasa necesaria y radicalmente por emprender una política decidida a fijar el trabajo que hay modificando con valentía y arrojo todos los condicionantes que limitan, deterioran, perjudican y destruyen uno a uno los puestos que aún hoy podemos contabilizar. O sea, ver qué precisan los empleadores, cuáles son los gastos que ya no pueden soportar y disminuir la presión fiscal y los gastos de seguridad social de tan notable modo que las reformas permitan y causen un luminoso sendero de viabilidad de los medios de producción.

Y es que el objetivo primero ha de ser estabilizar el empleo, no limitarse a garantizar subsidios que Rodríguez Zapatero previamente salpica de lágrimas de cocodrilo. Pare el Gobierno la sangría laboral y equilibrará el consumo, ello sí que generará puestos de trabajo. Trabájese en la persecución de ese objetivo. Ya es hora.

En tanto, mañana, 15 de febrero, el PP de Andalucía estará en la calle, en Málaga, con todos los andaluces que quieran sumarse a exigir a los que gobiernan que ordenen las prioridades y dediquen su acción a lo que más digno hace al ser humano, a la mejor política social, al empleo sostenible y estable.

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