EL ESPONTÁNEO

Juan Cachón Sánchez

De la importancia decimal

AH!, aquel personaje bifronte, amante de la Magnani y la Piaf, jugador empedernido de bacará en el casino Bellevue de Biarritz, adicto al dry Martín y al biquini cubriendo pubis dorados, recorriendo con su Aston Martin azul metalizado -como las aguas de Anacapri donde el viejo Tiberio aliviaba sus pústulas y bubones imperiales- el trayecto París-Alpandeire, con excursiones imprevistas a Francoforte del Meno. Siendo preceptor de la escuela pietista de Fridericianumm tradujo al chino mandarín y galaico -por orden cardenalicia y sin perder el estilo- el parte más lacónico del siglo XX (Cautivo y desarmado..., etc.). Versado en el medievo, adquirió La extracción de la piedra de locura del alucinado Hyeronimus Bosch en una subasta salmantina, tan sólo para colgarla bocabajo en la alcoba principal del palacio Venier dei Leoni en Venecia, alquilado, eso sí, en temporadas bajas. Siempre viviendo entre delirios y duermevelas y sin embargo presto a morir en pelag d'amour, había estudiado Pignoración en Harvard. Aún conserva los apuntes, tomados con pluma de ánsar en resmas de papier couché, de su maestro y filósofo Elmer Cartwright sobre la imposibilidad de la Justicia. Obstinado hasta en la duda, mantuvo correspondencia con Curzio Malaparte cuando le destinaron, por equivocación, a una herboristería de Helsinki en los confusos cuarenta. Guarda de esos tiempos una corbata con manchas de salsa de frambuesa que le dedicó el vate falangista y gran gourmet Agustín de Foxá para quitárselo de encima.

Estuvo en Sierra Maestra con Fidel, Cienfuegos y el Ché. Todavía esconde en una lata de galletas Fontaneda, teñidas por el sepia del tiempo y la melancolía, las viejas fotos de aquellos utópicos barbudos con habanos y metralletas. Solía repetir que la realidad no es razonable, sino tan sólo pasmosa. Y añadía con rotundidad unamuniana que si no fuese por los decimales, ¡a hacer puñetas!

-"Juan, estamos aquí de chiripa. Los decimales son la primigenia fórmula magistral, ni Big Bang ni big crunch, ni Ben Laden. Todo al carajo, te vuelvo a repetir. ¿Cómo si no los banqueros les dan tanta importancia? Porque han estudiado Física cuántica a pesar de tener cara de gaznápiros.

Sospecho que consultan El azar y la necesidad de Jaques de Monod, aunque luego miren a levante. O a las farolas fernandinas de la calle Larios o recite el soneto Buena orina y buen color, y tres higas al doctor de Don Luis de Góngora y Argote. O esperen que mientras no aparezca la gorda no empieza la ópera. "¡Voto a brios con los decimales!", exclamó atusándose su poblado mostacho la última vez que le vi. Para que tú redondees y dejes propina, como muy bien dijo Solbes. De eso, barbián, ni mijita.

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