La tribuna

Alfredo Fierro

Sin papeles, sin valores

SE agradece o, más bien, aterra la claridad -que es crudeza-, con que el conservadurismo triunfante o sólo militante decreta o se pronuncia acerca de los inmigrantes y que se resume en una línea: "si quieren vivir aquí, ¿por qué no son como nosotros"? Para aceptarlos, el presidente Sarkozy señalaba bien explícito, en reciente entrevista (El Mundo, 17/12/2007), cláusulas y límites derivados del reconocimiento de "la esencia misma de la nación", a saber, "una lengua, un patrimonio intelectual, una historia y unos principios fundamentales". Eso le conducía a exigir en los inmigrantes "el dominio del francés, la aceptación de una cultura y unos valores que son el cimiento de la comunidad nacional". Son demandas calcadas ahora en la propuesta del "contrato de integración" por el Partido Popular. Alemania y Suiza no pidieron tanto a los españoles que hace unos decenios emigraron allí en busca de trabajo. Ni siquiera el Imperio romano pidió tanto a los germanos que en los siglos IV y V no tanto invadían, cuanto inmigraban y se establecían más acá del Rin y del Danubio. El Bajo Imperio respetó las lenguas, las costumbres y hasta los dioses y los cultos -los valores- de otros pueblos. Se limitó a someterles a las leyes romanas.

Los que vienen ¿habrán de adquirir "dominio del francés" en Francia, del italiano en Italia? Para trabajar y apañárselas, no les quedará más remedio que hablar, al menos chapurrear, el idioma del país. Pero el francés -o el inglés, o el español- lo hablarán como los godos el latín. Y ya se sabe lo que salió de ese latín, aunque en cambio lento, de siglos. Ya se sabe también lo que es el spanglish de los hispanos en Estados Unidos y lo que están comenzando a ser las mezclas idiomáticas. Precisamente en Francia ha surgido el movimiento globish, de Jean-Paul Nèrriere, con el lema de Don't speak English, parlez Globish y su lista de 1.500 palabras inglesas suficientes para sobrevivir. ¿Podrán los diccionarios autorizados y las Academias de la Lengua contra el spanglish y este u otros futuros globish?

Lo que pueden hacer los Estados europeos es asegurar el cumplimiento de la legalidad, sin necesidad de contrato alguno, y eso frente a cualesquiera usos, sean islámicos, eslavos o de Aldeanueva de Indias. Existen prácticas que son de juzgado de guardia, de Código Penal. Claramente inhumana, la ablación del clítoris no sólo ha de permanecer condenada, penalizada, sino también impedida por cualquier medio al alcance. En asuntos como ése y los relativos a violencia de género, incluidos los matrimonios forzados y la compra de la esposa, no hay tradición que valga. En ellos no se puede transigir; y al peso de la ley hay que añadir una no fácil Policía y política social preventiva. En los matrimonios forzados, sin embargo, como en los poligámicos, cuando existan de hecho, habrá que proteger a las mujeres, justo para no discriminarlas, en seguridad social, atención sanitaria y pensiones de viudedad.

El uso público del hiyab, pañuelo o velo islámico, no perjudica a la convivencia; y, por tanto, no requiere regulación alguna. Distinto es el caso del burka, que oculta el rostro por completo, y quizá del niqab, que sólo deja ver los ojos: obstan a la comunicación, tal como se supone que ha de darse en el ámbito público, y eso los hace cuestionables. Pero aún ahí la cuestión no debería resolverse autoritariamente, sino mediante debate democrático con intervención de las propias mujeres que lo visten. En el velo, en cuanto tal, la sociedad no tiene por qué presumir valor religioso o irrupción confesional perturbadora en espacios públicos laicos, como la escuela. Con independencia del sentido religioso que el portador o portadora acaso le otorgue a una indumentaria -o a una cruz, una medalla-, los observadores externos pueden interpretarla como simple y libre preferencia cultural o estética; y ésa es la mejor mirada democrática. Se ha alegado que el velo habría de ser prohibido o limitado en la medida en que simboliza sumisión de la mujer. Es alegación para tener en cuenta, pero no incontestable: tal sumisión no hay que presumirla con carácter general; habrá de ser demostrada en concreto. También llevar coletas o una medalla cristiana puede responder a sumisión de adolescentes, a lo que les imponen los papás; y no por ello se prohíbe. En principio, pues, debe prevalecer el derecho a vestirse y peinarse como a cada cual le plazca, y, por tanto, la presunción a favor del uso del velo -el islámico o el de monja cristiana- en instituciones y lugares públicos, salvo que se demuestre que en algún caso o circunstancia constituye inequívoca señal de esclavitud.

Cuando a los inmigrantes se les pide adoptar no sólo "valores", sino "costumbres", se ingresa ya en terreno de humoristas y del chiste. Como un artículo serio no puede practicar el intrusismo en terreno profesional de otros, se omite aquí la exégesis de la cláusula sobre castizas costumbres españolas. Pero no es chiste o broma, sino bien serio, alarmante, que ahora se rechace no sólo a los sin papeles, también a los sin valores.

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