CON permiso del Gobierno alemán, que nos tiene intervenida la economía, hoy comienza en Fibes el congreso nacional del Partido Popular. En el lugar donde hace 22 años el relevo de Fraga por Aznar catapultó la transformación de dicho partido, hasta entonces penalizado en las urnas por no sustituir de modo adecuado a la UCD, en verdadera alternativa de gobierno frente al PSOE. Ahora también en Andalucía.

Como en el congreso se impondrá el cierre de filas para que la política económica dictada desde Berlín se ejecute sin disensiones, el sexo va a ser uno de los pocos temas con algo de sal y pimienta. El sexo de los homosexuales. En el PP, muchos de sus dirigentes no tienen el valor de propugnar en público que su partido sea liberal y europeizante en lo social y no sólo en lo económico. Hay gays y lesbianas en las filas del PP, en los cargos del PP y entre los votantes del PP. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, el 71,2% de los jóvenes que votan al PP están a favor del derecho de los homosexuales a casarse. Sin embargo, este fin de semana en Sevilla, el partido al que votan propondrá defender los derechos de los homosexuales, rechazar su discriminación... pero no retirar el recurso ante el Tribunal Constitucional para que derogue el rango de matrimonio a sus bodas. No cuela pedir una cosa y la contraria.

Creo que Rajoy desea la derrota del recurso que elaboraron en la oposición para dorarle la píldora al nacionalcatolicismo rampante. Así tendría coartada para no menear un asunto que le daría quebraderos de cabeza. Además, no va a perder el voto útil contra el PSOE de quienes que admiran al Tea Party.

Un presidente tan reformista debe dar ejemplo ante la sociedad de liderar también reformas en el programa de su partido. Y, ahora que tanto piensa en las elecciones andaluzas para proteger la candidatura de Arenas, debería retratarse de modo aconfesional para que nadie vaya a las urnas sintiéndose discriminado por su condición sexual.