Luces y sombras

antonio / méndez

Estamos solos

EL Metro y casi nada más. Es el resumen que hacemos de los presupuestos andaluces para Málaga en 2014. Justo porque demandamos nuevos proyectos, actuaciones que despierten la ilusión, ideas que sirvan de inflexión en esta crisis, y nos encontramos ante un vacío desértico. No hay nada en las cuentas que sirvan de motivación.

Injusto porque hace tiempo que dejamos de valorar que tenemos una más que aceptable asistencia sanitaria, que comedores, aulas matinales y actividades extraescolares permiten buena parte de la conciliación laboral, que nuestras infraestructuras son de primera división y nuestras exigencias corresponden a una sociedad muy avanzada. Ahora no nos conformamos sólo con mantener esos logros o retroceder lo menos posible.

Los presupuestos, primero los del Gobierno central, ahora los del andaluz, definitivamente no marcarán el avance o el retroceso de Málaga. Son presupuestos administrativos, grises. Definitivamente estamos solos y creo que no será malo. Al menos no nos irá peor que en la etapa anterior, donde condicionamos el futuro a la decisión de los ejecutivos. Ahora dependerá de la sociedad malagueña, de su talento, de su capacidad de emprender y aprovechar las oportunidades. Ha llegado el momento de pensar y no entregar un voto para que piensen por nosotros durante cuatro años.

La Junta, además, se ha caído del caballo. Ni siquiera nos dice cuál es la inversión por provincias. Alega que eso contribuye a los localismos. Estoy de acuerdo, pero es falso. No ofrece las cifras porque no hay cifras. Ojalá hace tiempo, en la etapa de esplendor, que hubieran llegado a esa conclusión. Gobernar no es dar a cada provincia la misma cantidad anual, ni siquiera establecer criterios proporcionales de población para redistribuir. Gobernar es apostar por los proyectos y las iniciativas que más beneficien a un territorio, para que su éxito genere riqueza para él y para el resto. Es elegir cuál hay que hacer primero y dónde. Gobernar es corregir desigualdades, cuando se está a tiempo de hacerlo. Gobernar no es el consuelo de todos.

Los presupuestos de la Junta en estas décadas fueron una suma provincial. Cada iniciativa quedaba inmediatamente multiplicada por ocho. Cada consejero o cada secretario socialista corría a su demarcación a proclamar que superaba en inversiones a las del vecino, y matemáticamente era imposible. Nunca hubo un presupuesto de Andalucía, con los riesgos que suponía. Y sin embargo nunca desaparecieron los agravios y la sensación de que siempre se tuvieron en cuenta unas sensibilidades frente a las otras. Nos queda sólo el Metro. Mal asunto porque es el epitafio de una etapa que también hay que superar.

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