EL ZOCO

Juan López Cohard

¡Así nos va!

HACE casi una década, en un seminario de la cátedra de Política Económica dirigida por el profesor, amigo y compañero Antonio García Lizana, al que me había invitado como ponente, animaba a los alumnos a crear sus propias empresas asumiendo los riesgos que ello conllevaba. Ya en esos momentos en que se entabló un fluido diálogo con los alumnos, la gran mayoría expuso su interés por dedicarse a la función pública y, por consiguiente, obtener plaza en cualquiera de las administraciones públicas de nuestro país. Poco ha cambiado la vocación de nuestros estudiantes desde la monarquía de Felipe II. La gran mayoría de los ciudadanos de nuestra tortuosa y atormentada España pretende, sobre todo, vivir del erario público. Es más cómodo y más seguro.

Según una encuesta realizada en estos últimos meses en la UMA, tan sólo el 12% de nuestros estudiantes están dispuestos a asumir el riesgo de crear empresas. La mayoría de ellos prefieren ser funcionarios públicos o trabajar por cuenta ajena en alguna empresa. ¡Qué pena! Estoy absolutamente convencido de que, una parte muy importante de ellos, tienen formación e imaginación para emprender una aventura empresarial que les aportaría un estatus económico muy superior al que se pueda obtener con sus actuales pretensiones y aportar a la sociedad riqueza, empleo y bienestar.

Posiblemente, esta actitud de nuestros estudiantes sea un fallo de nuestro sistema de enseñanza, en el que no se inculca el espíritu empresarial, en el que el estudiante universitario no tiene contactos directos con el mundo de la empresa y en el que sólo perciben, frecuentemente a través de los medios de comunicación y del mundo de la política, al empresariado como un grupo social especulador, corrupto y explotador. Una imagen desfasada, absurda e injusta de aquellos que, con la asunción del riesgo, hacen avanzar a la sociedad en todos sus ámbitos, sean económicos, políticos, culturales o, simplemente, los que componen el concepto de estado del bienestar. No se puede entender una sociedad avanzada, en los términos que entendemos en el mundo occidental, sin un empresariado fuerte y dinámico. Para obtenerlo hace falta una cultura empresarial que se inculque desde la Universidad, desde los estamentos sociales y desde la familia.

En Málaga, provincia que se ha distinguido por ser la que mayor crecimiento ha tenido en Andalucía, y en España, en la creación de empresas, la Universidad ha de emplearse a fondo en concitar este espíritu en sus estudiantes. Es totalmente necesario. Hay que llevarles a las aulas ejemplos de empresarios y empresas que desde Málaga están marcando hitos importantes, tal como es el caso de Novasoft, recientemente premiada con el Premio Príncipe Felipe a la Calidad Industrial, empresa que un joven empresario como Francisco Barrionuevo ha llevado a las más altas cotas andaluzas de la innovación tecnológica. Nos hacen falta muchos empresarios así. Hemos de cambiar el chip, porque, con el que tenemos, ¡así nos va!

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