YA han regresado. Han regresado los políticos de sus vacaciones dispuestos a tomar medidas y contramedidas para que todo vaya menos peor. Los índices económicos saltan de nuevo a las páginas de la prensa para decirnos lo que ya sabemos: los brotes verdes han ardido en los incendios veraniegos. En Andalucía la mitad de la población ingresa mensualmente menos de 1.000 euros y la otra mitad es pensionista por emérito o por el paro. El precio de la cesta de la compra, que se calcula con casi medio centenar de productos y servicios que la mayoría no podemos consumir por falta de presupuesto, ha descendido en las ocho provincias andaluzas. Dado que la susodicha cesta es la base de cálculo para determinar el IPC, mucho nos tememos que la inflación seguirá siendo negativa en los meses que restan para finalizar el año. Si, como se prevé, el paro aumenta tras los meses vacacionales, por el sector servicios y por la finalización de las obras del plan E, la situación no va a ser precisamente esperanzadora. Es verdad que compramos más barato, pero también es verdad que las calidades están descendiendo vertiginosamente. Tanto que a los viajeros del tren-litera Picasso Estrella, de Bilbao a Málaga, Renfe, en lugar de amenizarles el viaje con la agradable compañía de atentas y atentos azafatas y azafatos, los ha llevado con la divertida comitiva de una legión de chinches y chinchetas (que, como diría Coll, son chinches con tetas). A perro flaco, todo se le vuelven pulgas y otros insectos viles. Ya pueden decir -los quejosos viajeros- como Góngora: "De chinches y mulas voy comido". Aunque, en este caso, las mulas sean locomotoras.