Cuando en 1991 el que fuera alcalde de la ciudad de Málaga, Pedro Aparicio, planteó la creación de un auditórium de música en la ciudad, prácticamente nadie confió en esa idea. Ni propios ni extraños creían que estuviésemos preparados para lograr ese hito cultural y escénico. Hoy es la Junta de Andalucía la que da un paso importante en ese sentido y ha sentado las bases económicas para llevarlo a cabo, pero ¿en qué hemos cambiado en estos años para que hoy veamos posible lo que un día pareció imposible?

Es evidente que no han sido hechos aislados los que han dado lugar al alumbramiento de este proyecto. El progresivo incremento de una intensa vida cultural en la ciudad está en el origen y en la esencia de tal iniciativa.

La creación del Festival de Cine Español, la expansión museística, la calidad de las temporadas líricas en el Cervantes o la llegada del Teatro del Soho han conformado un abanico de posibilidades que se reconocen ya internacionalmente.

Los actores, cantantes, barítonos o tenores de esta tierra extienden su arte más allá de nuestras fronteras y, a la vez, devuelven a su lugar de origen tanto bien recibido.

Es el proceso lógico cuando confluyen históricamente, ahora sí, una ciudad preparada y unos gobernantes dispuestos.

Pero un auditorio debe tener una capacidad de atracción mucho mayor que su periferia cercana. De ahí que la estrategia de unir en vuelo directo Málaga con Houston o Miami, junto con la extensión a todo el año de la ruta a Nueva York, son retos muy interesantes anexos al avance tecnológico y la irrupción de una importante masa crítica de empresas internacionales en la ciudad. La enorme cantidad de personal cualificado que genera y arrastra la llegada de los grandes centros de programación y desarrollo requieren de un entorno urbano acorde a sus necesidades.

De ahí que encuentren en Málaga ese lugar donde actualmente se combinan la tranquilidad política, la calidad de vida y el nivel de conocimientos que se necesitan. Velar porque esta obra tan importante sea también un ejemplo de planificación, ajuste presupuestario y capacidad de adaptación al futuro, serán objetivos irrenunciables para todos. Estar expectantes durante su construcción y orgullosos de su conclusión dependerá de la ilusión conjunta que nuestra ciudad proyecte porque, como dijo el cantante Bono: “La música puede cambiar el mundo porque puede cambiar a las personas”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios