Así hunden Cataluña los independentistas

Le guste o no, Carles Puigdemont es heredero del espíritu rebelde de los que derribaron la II República

La campaña de los independentistas catalanes para retirar dinero de los cajeros de las entidades bancarias en señal de protesta por el traslado de algunas de las sedes fuera de Cataluña supone un paso más, muy grave, en la deriva separatista. Ha llegado a tal grado de inconsciencia la estrategia de los independentistas catalanes que ahora parecen estar dispuestos a darse un tiro en el pie para alcanzar sus objetivos. De otra forma no se entiende que planteen acciones dirigidas a terminar con cualquier posibilidad de mantener el movimiento económico en la comunidad que dicen defender. Hasta el mismísimo consejero de Empresa de la Generalitat, Santi Vila, ha tenido que censurar esta nueva iniciativa del ala más radical del independentismo, lo que muestra, una vez más, las profundas grietas que existen dentro de las fuerzas que promueven lo que se ha dado en denominar el procés. Hay que estar muy desesperado o ser muy ignorante, o las dos cosas a la vez, para pedir algo así a los ciudadanos de una comunidad que, desde una parte, aspira a convertirse en un país soberano. Por lo que se ve, para la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium, promotores de la protesta, o para fuerzas como la CUP o Esquerra Republicana de Catalunya, que la apoyan y jalean, no hay bastante con la salida, hasta el momento, de más de un millar de empresas de la región, entre ellas algunos de los principales bancos de España, por lo que ahora proponen convertir su tierra en un corralito en toda regla. Quienes presumen a diario de querer hacer grande a Cataluña son quienes la están hundiendo a pasos agigantados. Quienes critican al Estado español a cada momento y denuncian sus actuaciones y modos ante la comunidad internacional fomentan y alientan que las entidades bancarias que sostienen la economía se vengan abajo. Quienes llevan años con la cantinela de que "España nos roba" son quienes están haciendo cada día más pobre a Cataluña. De ello y no de tanta propaganda plagada de falso victimismo debería tomar nota todo el mundo, viendo claramente en qué se convertiría una Cataluña en manos de semejantes insensatos: en una república despótica, caótica y pobre, muy pobre, tanto en ideas como en recursos. Afortunadamente, según los datos aportados por las entidades, esta penúltima campaña de los soberanistas no se ha traducido en una fuga masiva de capitales. Pero sí ha servido para dejar muy claro a todo el mundo cómo se las gastan quienes persiguen la independencia de Cataluña y hacen suya la frase de que todo vale y a cualquier precio.

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