Un renovado Festival de Cine por consolidar

El certamen ha tomado decisiones discutibles como la concesión de dos Biznagas de Oro, para diferenciar dos cines

El Festival de Málaga acaba de celebrar su vigésima edición con una apuesta renovada y con un profundo cambio de orientación, por el que ha pasado a llamarse Festival de Cine en Español y por el que ha incluido películas de producción latinoamericana en su sección oficial a concurso. En gran medida, esta transformación viene a poner al día a un certamen que, con su veteranía, necesitaba reinventarse y a la vez reafirmarse para mantener su influencia. En el cine latinoamericano, tal y como demostraron las películas proyectadas la semana pasada, procedentes de países como México, Argentina, Colombia, Venezuela e incluso Brasil (traspasando el límite del cine en español, lo que quizá obligaría a adoptar otra nomenclatura), el Festival de Málaga tiene una gran oportunidad para hacerse útil. No obstante, lo que ha dado de sí la estrategia en su primera edición es un mero traslado de las películas latinoamericanas que ya venían al certamen a su sección oficial, con decisiones tan discutidas como la de la concesión de dos Biznagas de Oro, una al cine español y otra al americano. Aunque el nivel de calidad se haya visto realzado, posiblemente gracias a que el descenso en el número de cintas españolas a concurso ha permitido una mejor selección, quizá la primera entrega del Festival de Cine en Español demuestra que el cambio de rumbo está todavía por hacer: no es suficiente con agitar el escaparate de exhibición de las películas latinoamericanas; más bien, hay que servir de puente con ambición, con ganas de tomar el pulso al cine de ambas orillas a través de sus creadores más relevantes y prometedores y con vocación de servir de espacio común a una cinematografía amplia en cuanto a su componente lingüístico, pero diversa en cuanto a todas las latitudes que abarca.

Por lo demás, la concesión de las Biznagas de Oro a Verano 1993 de Carla Simón y Últimos días en La Habana de Fernando Pérez hace justicia con lo que la cosecha presentada ha dado de sí y permite vaticinar una ampliación de la influencia del Festival de Málaga, una vez se estrenen comercialmente estas películas. La primera celebración en Málaga de los mercados internacionales Spanish Screenings dentro del certamen y el ansiado colofón con el merecido homenaje a Antonio Banderas son las otras notas destacables de un Festival al que no le basta cambiar de nombre para seguir creciendo.

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