La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El fango tiene muchos padres

Sánchez ha desconcertado al PSOE, humillado a sus más leales colaboradores y dañado la imagen de su enamorada

El fiasco de la pantomima de Pedro Sánchez ha sido descomunal. ¿Qué ha conseguido? Primero, vincular a su mujer con la corrupción, llevándola de la denuncia de un pseudosindicato ultra y unas diligencias inexistentes a la esfera internacional. Segundo, desconcertar aún más a un partido desmotivado y humillar a sus dirigentes y ministros más leales con una maniobra puramente personal y egocéntrica. Tercero, mentir una vez más manipulando sentimientos y emociones: dice que finalmente decidió no dimitir por el apoyo y empatía masivos que ha sentido durante su reflexión. ¿Masivos? Un comité federal al borde de la histeria y 12.500 manifestantes –el 7% de los 172.000 militantes con que cuenta el PSOE–, más las dóciles cúpulas sindicales y un grupito de habituales abajofirmantes del mundo de la cultura. La gente, mientras, en sus cosas.

Del ridículo episodio ha sacado una estrategia para los próximos meses: hay que defender la democracia, que está en peligro por una confabulación de la derecha y la ultraderecha a través de los jueces reaccionarios y los pseudoperiodistas. La máquina del fango, tomando la formulación de Umberto Eco. La fábrica de los bulos, la desinformación y la injuria al servicio de la crispación y la polarización.

Cierto, la vida política está crispada, llena de violencia verbal y degradante para la democracia. Ahora bien, el fango no siempre lo fabrican y venden los otros. ¿Acaso los familiares de los líderes del PP tienen menos derechos al honor que los del PSOE y sí es legítimo atribuirles comportamientos corruptos? ¿Ayuda a la convivencia y la calidad democrática quien no felicita al adversario que gana las elecciones, se carcajea de él en el Congreso y le enfrenta en su investidura al ministro más pendenciero y soez del Gobierno? ¿Cómo fortalece las instituciones democráticas un gobernante que no contesta a las preguntas de la oposición en sede parlamentaria ni a las de los periodistas en sus comparecencias, que ha usado más el decreto que ningún otro en España, que mete a un ministro en el Tribunal Constitucional y hace a una ministra fiscal general del Estado, coloca al frente de la televisión pública a una militante socialista y al frente del CIS a un miembro de su ejecutiva federal que, encima, pretendía seguir en ella? En materia de fabricación de fango, tanto PSOE como PP tienen mucho que callar.

Quien estará contento será Pablo: Pedro hace lo que él le pedía. Victoria póstuma.

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