Málaga

Propinas de 'Rockefeller'

  • Ni con crisis ni sin crisis, los malagueños y, en general, los españoles son poco dados a dar propina en los establecimientos · Los extranjeros compensan esa 'tacañería'

La entrada del euro supuso un espectacular incremento de precios y ha castigado a los trabajadores de muchas empresas de hostelería o servicios a la hora de obtener propinas. Antes era más o menos habitual que los clientes dejaran la típica moneda de 50 ó 100 pesetas. Sin embargo, el hecho de que un euro sean 166,386 pesetas y la división en céntimos ha frenado la generosidad de muchos, que ahora dejan diez ó veinte centimillos, o ni siquiera eso, por no dar el platillo vacío. El consumidor y el empresario -por el aumento de precios en sus tarifas- han salido ganando mientras que el camarero, el intermediario, se ha quedado, como suele decirse, a dos velas, máxime en aquellos lugares en los que la propina es una buena parte del sueldo final.

Los españoles, por lo general y obviamente quitando numerosas excepciones, se llevan el premio al racaneo. Merche Gómez, camarera de Lepanto, asegura que los nacionales "o no dan propina o dejan unas cantidades muy reducidas y ahora con la Navidad va a ser peor. Creo que la crisis está afectando mucho". Álvaro Fernández, del Tapas Bar situado en la plaza de las Flores, es de la misma opinión. Señala que un español deja en torno a 10 ó 20 céntimos, aunque no cree que la crisis esté provocando una disminución de las propinas. "La gente hace dos años daba lo mismo". Un cliente, que está escuchando la conversación, termina su desayuno y deja 25 céntimos con una sonrisa de oreja a oreja. "Donde te tratan bien hay que dejar propina", dice.

Lorena de Miguel trabaja en una céntrica heladería llamada Osos Polares. No estaba lógicamente pactado, pero casi calca, sin conocerse, las declaraciones de Fernández. También afirma que los españoles no dejan nada, "como mucho 10 ó 20 céntimos" e incluso relata como hay personas que, tras pagar, han estado esperando varios minutos en la mesa de la terraza para llevarse cinco céntimos de vuelta. "Se esperan el rato que haga falta", afirma, aunque dice que "siempre ha sido igual".

Los autóctonos son agarrados pero, afortunadamente para los camareros, los extranjeros suelen ser muy espléndidos. "Salvo los italianos que son igual que los españoles", dice Merche Gómez. Los tres camareros consultados aseguran que el inglés, el francés, el alemán o el norteamericano son los que más propina dejan -tienen esa cultura en sus respectivos países-, con cantidades que pueden llegar hasta los tres o los cuatro euros. "Será por el servicio y el producto, digo yo", cuenta Fernández. "También depende de la sonrisa que pongamos al atender", añade Gómez.

Pero no sólo se dan propinas en los bares y restaurantes. En la peluquería Agustín explican que "hay quien deja y quien no pero normalmente el que deja algo suele ser una cantidad pequeña, el pico del pelado aunque no hemos notado un cambio por la crisis, la cantidad es más o menos la misma que antes", dice Agustín Sánchez.

El que sí ha notado un cambio, y fuerte, es Slabi Asenov. Llegó a Málaga hace dos años desde Bulgaria y, desde entonces, toca el acordeón por las distintas calles del centro. Asegura que, por todo un día de trabajo, está sacando unos 10 ó 15 euros "que apenas me da para comer mientras que hace dos años podía ganar unos 35 euros diarios". Asenov destaca que los ciudadanos "pasean pero dejan muy poco dinero" y piensa que en España "hay mucha crisis".

Diez céntimos, por sí solos, no son nada pero un goteo de propinas de ese tipo a lo largo de un día puede dar para algo. "Es poca cantidad pero al final todo suma", explica Álvaro Fernández. El que no se consuela es porque no quiere, pensará mientras por el rabillo del ojo mira si entra por la puerta o se sienta en la terraza algún extranjero, a ser posible, que no sea italiano.

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